Talking for Clapping, de Patton Oswalt (2016)
Temas: San Francisco, insomnio, medicamentos, Stand Up, jingles publicitarios, RuPaul, derechos civiles, movimiento por los derechos civiles, LGBT, Barack Obama, Star Wars, My Little Pony, caricaturas, niños y niñas, fiestas infantiles, payasos,
Disponible: Netflix.
¿Quién es Patton Oswalt?
A Patton Oswalt lo conocí en un papel menor en The King of Queens, una sitcom relativamente famosa, que catapultó la carrera actoral de Kevin James (si eso es algo bueno o malo, se los dejo de tarea), estableció la de Leah Remini (antes de su estadía -y eventual salida- en la cienciología), y contaba con Jerry Stiller en su reparto. Era una época en mi vida que me aventaba todas las sitcoms habidas y por haber de Sony, y ésta no fue la excepción. ¿Qué pensaba de Patton? La verdad, nada excepcional. Simplemente diré que si su personaje fue concebido con la intención de que no fuera agradable, lograron su cometido.
Entonces, cuando vi este especial en Netflix, me resistí a verlo. ¿Qué podría tener de interesante para dedicarle poco más de una hora de mi vida? No me pregunten qué me hizo decidirme a verlo, pero, ¡menuda sorpresa que me llevé! Investigando, resulta que Talking for Clapping era el séptimo especial de Stand Up (contando sus apariciones en Comedy Central) de Oswalt, y las risas, los temas candentes, y las frases memorables no paraban. Un humor que se pasea entre lo “geek” y la adultez, aderezado de polémicas propias de nuestro tiempo. Enseguida se fue a Mi Lista, y les aseguro que, si le dan una oportunidad, también lo agregarán a la suya. ¿No me creen? Preparen sus lentes 3D, que esto ya va a comenzar.
El Especial
Si me hicieron caso, se los agradezco, pero quítense los lentes 3D, no les van a servir de mucho. Talking for Clapping comienza con un pequeño intro donde se ve a Patton Oswalt discutiendo con Boots Riley acerca de cómo debe comenzar el especial. Aparentemente, Patton quería un gran show, pero Boots le dice que se deje de tonterías, porque nadie lo iba a ver, así que mejor se fueran a lo interesante: la parte en que lo presentan. Sale al escenario, y es recibido con una ovación de pie. Oswalt agradece al público, y comenta lo irreal qué es para él estar en San Francisco, porque solía vivir ahí en los noventas, de hecho, muy cerca del teatro. De hecho, recuerda una anécdota, de la vez que llegó muy “temprano” (realmente tarde) a su departamento, y habían unos afroamericanos en el camino. Patton Oswalt estaba tan borracho y cansado, que siguió su camino, sin pensar en que algo malo le pudiera pasar. De pronto, uno le pregunta, “oye, ¿tienes heroína?” con un tono amigable, contrastando con la frase. ¿Creen que se molestó? Al contrario, era una anécdota que le subió la autoestima, porque delgado no es, pero en ese entonces, estaba intentando bajar de peso. Y bueno, supongo que para cada droga, hay un “estereotipo” que, en esta ocasión, le jugó a favor.
A Patton le gusta San Francisco, pero hay algunas cosas que cambiaría. Por ejemplo, ¿por qué tienes que dar respuestas sarcásticas? Una vez entró a una cafetería, preguntó si le podían servir un café, a lo que el mesero le respondió algo como “pues, eso hacemos aquí”. Oswalt fue empático, pero también se ofendió por la respuesta. ¿Tienes problemas en tu casa, en el trabajo, o con tu vida? No eres el único, amigo; y no es culpa del cliente, así que, ¡a darle a esos granos y sonreír mientras estés al frente! Pero vaya, dejemos al frustrado este atrás, y ahora nos hablará del insomnio que sufrió recientemente. No podía dormir, así que le recetaron Ambien. Su médico le advirtió que es un medicamente adictivo, así que no le dio muchas. Pero cuando se fue a casa de sus papás, ¡su mamá tenía, casi casi, un “dulcero” lleno de diferentes pastillas! Aquí Patton Oswalt señala la diferencia de criterio para los medicamentos en Estados Unidos: ¿Eres joven? Te van a dar muy pocos, y muy controlados. ¿Eres viejo? Te atiborran, para que vivas tranquilo lo que te queda en esta vida. No es lo ideal, probablemente, pero estamos hablando del país que no regula correctamente ni sus armas, ¿qué podíamos esperar que hicieran con sus medicamentos? Aquí hace una comparativa entre la mascota de sus padres, y la crianza que recibió de ellos, para entender por qué el perro y Patton son tan “parecidos”.
Después de unas reflexiones acerca de su edad, y la diferencia de tener cincuenta ahora contra tenerlos en los sesentas, y los tonos de llamada “inapropiados”, parecía que la gente se estaba “perdiendo”., en su opinión Oswalt lo comenta, pero no con preocupación, sino con desenfado. ¿Por qué? Porque, aunque fuera un mal show, muy difícilmente superaría a su peor show de Stand Up. Para los que hacemos eso, sabemos que es normal tener baches, pero hay malas noches que se quedan en el recuerdo, eternamente. Y para él, no fue la excepción. En este evento, él era el “mc”, o sea, el host, para fines prácticos. Solamente necesitaba hacer 10 minutos, pero tenía una infección estomacal. Tomó varios medicamentos (no como los anteriores, cosas más “tranquilas”), y el estar en el escenario lo ayudaba a olvidarse de la infección. Pero, apenas estaba llegando al micrófono, cuando alguien de la primera fila le dijo “faggot”, un terrible insulto para decir que alguien es homosexual. Lo peor, es que el público enloqueció con esto, así que todo lo que tenía de “salud” se le esfumó en ese momento, y la infección empezó a surtir efecto. Aterrorizado de lo que estaba sucediendo, Patton Oswalt simplemente presentó al primer comediante, y se largó. Afortunadamente, la experiencia ya está completamente superada, pero no puede evitar preguntarse qué habrá pensando alguien del público que haya asistido ese día, y que haya sido su primera experiencia con el Stand Up. Vaya, las noches pueden raras, ¡pero esa noche se lleva las palmas!
De la nada, Patton empieza a cantar. Dos jingles publicitarios, que escuchó de niño, no se le olvidan. En cambio, tiene dificultades para acordarse de cosas de vida o muerte. O sea, en caso de una emergencia, no sabe cómo resucitar a alguien, ¡ah, pero les puede cantar esos jingles! Dar nombres de superhéroes, y citar frases de películas, son también parte de sus “habilidades”. Y eso le molesta, porque él pensaba que con la edad, su sabiduría aumentaría. En cambio, solamente recuerda tonterías sin sentido. Esto le perjudica, y le frustra porque, en la época que estamos viviendo, Oswalt apoya varias causas, ¡pero se confunde los terminología! Y es que, tenemos que admitir, a veces son tantos los nombres, y cambian tan rápido, que es difícil estar actualizado (recuerdo haber mostrado esta rutina en una clase en la que teníamos que ver algo de comunicación… Creo que a mis alumnos les pasó por encima). ¿Qué tanto problema puede ser usar un término incorrecto? Pregúntenle a RuPaul, que por decir “tranny” (una manera despectiva de decir “transgénero”). ¿Es ofensivo usarlo? Tal vez, pero, es RuPual, no mamen! Sería como Elton John usando un término incorrecto para decir “gay” (de tonto pongo un ejemplo), o un afroamericano dicien… O sea, creo que ya entendieron, ¿no? Patton Oswalt no entiende como a alguien que es un estandarte de la comunidad LGBT le pueden hacer eso. ¿Qué es lo que propone? No se fijen tanto en los nombres, fíjense en la persona, fíjense en la intención. Insisto, no voy a poner ejemplos, porque le pueden poner el tono que quieran. Pero no se preocupen, Patton hace una muy buena comparación, ¡véanla!
Va a continuar hablando de los tiempos actuales, pero en eso le indican que se tiene que limpiar el sudor del rostro. Lo hace, pero sigue la luz, ¡y se lo expone al público! Vaya, está bien tener esas “ayudas” en el escenario, pero, ¿no deberían estar más atentos? En fin, Oswalt aprovechando una situación inesperada para sacar más risas. Regresando al especial, Patton Oswalt reconoce los problemas actuales, pero siente que no son tan radicales como era en los sesentas. Por ejemplo, con el racismo, el movimiento por los derechos civiles de los afroamericanos. Los blancos racistas queriendo alejarlos, y ellos combatiendo para lograr la igualdad. Pero ahora, “afortunadamente”, las batallas son, en apariencia, más sencillas. ¿Los homosexuales quieren casarse y estar en el ejército? Para él, está bien, y no entiende por qué alguien se opondría a eso. ¿Quieren discriminar a los transgénero? ¿Y cómo vas a saber que una persona es transgénero? Si tiene ropa, ¿en qué te afecta? Parece un punto de vista muy simplista, pero Patton expresa más de lo que dice: agradezcamos que ya no necesitamos grandes confrontamientos, como los de antaño, para lograr cambios en la sociedad. Y no es para nada minimizar los logros que ha conseguido la comunidad LGBT. Tampoco es hacerse de la vista gorda, ni olvidar que han habido casos que terminan de la peor manera. Pero, siendo muy optimista, pareciera que poco a poco vamos encontrando maneras de ser más tolerantes, más empáticos, y con los avances que se lograron anteriormente, se ha logrado que los cambios que se necesitan ahora, sean tan lógicos y necesarios, que la oposición suena absurda al intentar justificarse. Interesante, ¿no?
Posteriormente, Oswalt hace una muy buena reflexión: puedes ser partidario de un líder político, ¿sí? Pero eso no significa que siempre tengas que estar de acuerdo en todas sus decisiones. Por ejemplo, con Barack Obama, todo parecía bien, hasta que aparecieron los drones asesinos. Y fue elegido dos veces, aunque seguramente algunos de sus simpatizantes tuvieron que razonar más a fondo su voto en la segunda elección. De hecho, Patton Oswalt, adentrándose en la teoría conspirativa de que hay gente que elije a los presidentes de Estados Unidos, propone que hacen un “casting” para determinar quién sería el (o la) indicado(a) para decir ciertas malas noticias, como lo hicieron los presidentes previos a Barack. ¿A qué va con esto? A que él cree firmemente que eventualmente habrán mujeres presidentes, y presidentes gays. Pero… Muy probablemente vengan acompañado(a)s con muy malas noticias. Pero ya, hablando en serio, Patton desea que pronto haya una mujer presidenta en Estados Unidos. ¿Por qué? Porque él sabe que podrían tomar cualquier situación y lograr el mejor resultado. ¿Quieren un ejemplo? Vean las películas: casi siempre es un hombre de director, filmando horas y horas de escenas, y una mujer editora, eligiendo lo mejor de lo mejor para lograr un muy buen producto. ¿No les quedó claro? Vean la reproducción humana: el hombre avienta millones y millones de espermatozoides, y la mujer, ¿qué hace? Elige al mejor (o mejores), y hace un ser humano con eso. Después de su “millonaria” aportación, no es como que el hombre colabore mucho más (tal vez después de nacido, y si acaso, consentir durante el embarazo).
Regresamos a la falta de radicalismo en los conflictos actuales. Oswalt nos relata la vida de uno de sus amigos, un gay en Washington que, por miedo a la discriminación, no se atrevía a salir del clóset. Durante la preparatoria, veía como a sus compañeros homosexuales los discriminaban, y él se sentía horrible por no poder hacer nada. A final de cuentas, ya de adulto pudo declararse abiertamente gay, y logró una buena vida, casado, con su propio negocio. Tiene un sobrino, en su ciudad natal, que va a la misma escuela. Lo quiere proteger, no quiere que pase por lo mismo que él tuvo que pasar. Así que cuando su sobrino le dice que la escuela sigue siendo “opresora”, se molesta, pero en vez de lanzar improperios, le pregunta por qué. Resulta que el director no le dejó, a su club de estudiantes gays y lesbianas, ¡tener su propio baile, el mismo día que el de los demás estudiantes! Al escuchar esto, su amigo siguió molesto, pero ahora con su sobrino. ¿Eso significa ser “opresor” ahora? Pareciera que, lejos de reclamar igualdad, lo que están pidiendo es un trato especial, y no de eso se trata el asunto, ¿no creen? Patton Oswalt todavía añade que, si fuera el mismo día, ¡el baile de los “heterosexuales” se vería mal en comparación con el baile gay! La fiesta que montarían, ¡sería la envidia de la escuela! Mientras los demás estudiantes estarían con un tema repetitivo, con la decoración más monótona que se puedan imaginar. Insistimos en el punto anterior: antes era abuso físico y verbal, con autoridades que no hacían nada por remediarlo. ¿Ahora, el problema es que no te dejan hacer un baile diferente? No, definitivamente no es tan radical.
Patton tiene una hija, y quiere que ella descubra qué le gusta. A final de cuentas, sus padres no lo forzaron a hacer nada; lo intentaron, pero no funcionó. Por ejemplo, Star Wars. Vio las películas, y quedó fascinado. Se sumergió de lleno en ese universo, y se sabe todos los pormenores, datos curiosos e historias. Lo intentó con su hija, y no le gustó. La niña prefiere los deportes, y My Little Pony. Si tienes una hija, sabes lo que significa. Capítulos y capítulos de unos ponis, pegasos y unicornios, sus villanos, y los obstáculos que tiene que superar. Pero eso es cosa de la niña, a Oswalt no le interesa para nada. No tiene tiempo para ver a Twilight Sparkle, Princesa Celestia… Spike, en Ponyville… Lo que comen, y sus “marcas”. ¿Es nuestra idea, o sin darse cuenta, Patton Oswalt ha visto a escondidas My Little Pony, al grado de saber demasiadas cosas al respecto? Chequen la rutina, y nos comentan qué opinan. Por cierto, madres y padres, ¿han visto que ahora las caricaturas dan un anuncio sobre los efectos positivos que tendrán en las niñas y niños? O sea, qué buena onda que lo intentan, pero difícilmente van a lograr. Además, no es como que los dejes ver caricaturas para que aprendan algo, ¡lo haces porque necesitas “inmovilizarlos” un momento! Así que, aunque fuera un mensaje potencialmente negativo, los dejarías verlo. Ya habrá tiempo para “componerlos”, pero esos trastes se tienen que lavar pronto.
Hablando de su hija, Patton menciona el cliché de “los niños y las niñas son diferentes”, que, siendo honestos, es completamente verdadero. ¿Por qué? Porque los niños juegan, se pelean, se reconcilian, y listo. Con las niñas, puede ser un poco diferente. En una ocasión, una amiga de su hija hizo un dibujo de ambas, y le pidió a su mamá que se lo mandara a su (difunta) esposa. Su hija, en vez de alegrarse, se puso triste, porque la amiga, que tiene el pelo más largo, se “atrevió”… A dibujarse el pelo más largo. Se molestó, lloró, se encerró en su cuarto, y cuando finalmente se calmó, hizo un dibujo similar: ella, con el cabello largo y ondulado; y su amiga… Calva. ¿Ven la diferencia? Para terminar, Oswalt comenta que, por su hija, va a muchas fiestas infantiles. Todas bien, en general, pero hay una que no olvida. Era en el bosque, y todos se la estaban pasando bien, cuando la mamá del festejado le comenta que el payaso que contrató no había llegado. En eso, a lo lejos, se vislumbra una sombra. No sé ustedes, pero si han visto It, seguramente no les traen buenos recuerdos los payasos. Bueno, ahora imagínenselo emergiendo de un bosque oscuro. ¿Corriendo, por el retraso? Para nada, caminando, plácidamente, con el disfraz de payaso más decepcionante, y con la actitud menos animada de la historia de los payasos. Mismo dibujo en la cara para todos, un solo juego para los niños, checar sus mensajes mientras cantaban el pastel, y el mismo globo para todos los invitados. Bueno, su hija logró algo un poco mejor. La mamá, lejos de reclamarle, llegó a un punto en que solamente quiere ver qué va a pasar. ¿Y qué pasó? Que el payaso se fue, dejando a todos con la duda si marcaban a la agencia, para reclamar; o mejor al 911, para… Bueno, se imaginará. El público aplaude, Patton Oswalt agradece, y se despide.
¿Qué pasó después?
Talking for Clapping es un gran especial en la carrera de Patton. Con éste, ganó un Grammy y un Emmy (había estado nominado anteriormente, pero fue la primera vez que los consiguió). Su carrera en películas y programas de televisión era, de por sí, bastante prolífica, con papeles en Community y Brooklyn 99, que son los que se me vienen muy rápido a la mente, pero de verdad, son varios, antes y después. Además, ha aparecido en videos musicales, video juegos, ¡y hasta en parques de atracciones!
Sin embargo, todo el éxito que vino después de Talking for Clapping, se vio eclipsado por el fallecimiento de su esposa, Michelle McNamara. Hay una foto muy impactante, de Oswalt, en un restaurante Arby’s, con su Emmy en la mesa, y agarrando una botella de alcohol. Por lo repentino que se dieron las cosas, es inimaginable el dolor que estaba enfrentando, y qué tan agridulce habrá sido el combinarlo con este éxito en el ámbito profesional. Pero, lejos de recluirse del mundo exterior. Patton Oswalt lo enfrentó como un verdadero artista: creando. Su siguiente especial, sin entrar en detalles, es sentimiento y dolor a flor de piel.
Pequeño spoiler: las cosas van mejor para Patton Oswalt, afortunadamente. Tal vez no sea el más famoso, ni tenga muchos reflectores, pero los que lo seguimos, y admiramos, sabemos una cosa: cuando él habla, nosotros aplaudimos.
Frases Memorables de Talking for Clapping (en orden cronológico)
1.- Si llegas a los setenta en este país, estás invitado a una fiesta de pastillas que resucitaría a Bob Fosse y lo mataría nuevamente.
2.- ¡Quiero ayudar! Ya sé que soy un pinche viejo blanco cisgénero pero, ¡no me la hagan de pedo porque no me supe el “término correcto”!
3.- Cállate, no mames, porque creo que no sabes lo que significa “opresivo”. Si te dieron un club y un baile, ¡no están siendo “opresivos”!
4.- Todos los shows infantiles tienen estos anuncios al principio, que te hacen sentir menos culpable al sentar a tu hijo frente a la televisión por media hora.
5.- Un payaso, de lejos, a la luz del día, en el borde de un bosque oscuro, es una vista que hace que se te encojan los testículos.