Problemas de Confianza, de Hugo “El Cojo Feliz” (2019)
Temas: Tiempo, viejitos, moda, tatuajes, Donald Trump, cáncer, muerte, beneficencias, amor, relaciones sexuales, CDMX, torta de tamal, religión, familia.
Disponible: Netflix
¿Qué significa para mí este especial?
La primera vez que vi a Hugo “El Cojo Feliz” fue en el roast de Héctor Súarez en el 2014, donde distribuyó golpes a diestra y siniestra con los invitados, al igual que a don Héctor. Me llamó la atención que casi todos se concentraron, como era de esperarse, en su rodilla, mientras “El Cojo Feliz” “disparaba” a todos lados. Empezó La Hora Feliz, y le perdí la pista por un tiempo, hasta que hace casi dos años, mi compañero y amigo, Juan Amaro, nos compartía que le iba a abrir a Hugo y al Tío Rober en el teatro del IMSS, pero que además, “El Cojo Feliz” iba a estar en el debut del podcast de Alberto y Sam, también compañeros y amigos (luego los celos son una cosa terrible), así que, como pudimos los que no éramos parte ni de la función ni del podcast, nos “colamos” para poder convivir con Hugo, primero; y con el Tío también (aunque hoy sólo nos concentraremos en “El Cojo Feliz”).
Es enormemente admirable la manera de pensar, de escribir, de hacer Stand Up, y de vivir, de Hugo. Su comedia puede transformarse en lo que se necesite de un momento a otro. Puede ser ácida, luego ser de lo más inocente, para terminar con un comentario que te dejará pensando por mucho tiempo, pero las risas no faltan (inserte meme de “Monsters Inc.” aquí) . Fue un gran privilegio poder convivir esa noche con ellos; hace poco volvieron a venir a Mérida (ahora en el teatro Armando Manzanero, ¡venga!) y me fue imposible ir a verlos. Pero espero pronto que hagan otra gira por aquí, y todavía más importante, que Hugo saque nuevo material para que lo podamos disfrutar en cualquier momento (dije que no lo iba a hacer, pero es inevitable: Tío, ¡también necesitamos un especial tuyo!).
El Especial
Hugo “El Cojo Feliz” empieza confesando su desconfianza ante el paso del tiempo. No por envejecer, sino por lo rápido que pasa. Y es que hay ciertos eventos durante el año que, cuando se “repiten” (Semana Santa, por ejemplo), es algo que a todos “sorprende”. Pero para Hugo, la mejor muestra está en esos empleados que veías todos los días, con su cara de niño, y de repente, de la noche a la mañana, ¡ya cobran su pensión de la tercera edad! Bueno, y todavía peor cuando, más que viejos, pues ya… Ya están en un lugar mejor. “El Cojo Feliz” también tiene problemas con su discapacidad, sobre todo para ligar, porque apenas se va acercando a una mujer para tirarle la onda, y lo batean de una forma que no le queda más remedio que darse la vuelta y retirarse. Pero bueno, no todo es negativo con su discapacidad: por ejemplo, se pueden estacionar más cerca en lugares públicos, si la gente respetará esos lugares. Y es algo que está mal, y que ya la comunidad está harta, pero, ¿cómo lo van a hacer saber? Al menos, de la manera típica que se hace en la CDMX, para ellos sería demasiado complicado. Otra ventaja son los baños para discapacitados, porque están más amplios, pero el reto está en cómo saber, ¡si están vacíos u ocupados! Además, tampoco les puede dar el “dolor de caballo”, aunque Hugo se pregunta: “¿por qué le llaman así?”, lo cual lo lleva a cuestionar sobre el nombre de otras cosas, y cómo se referirán a ellas en determinados lugares.
Otra situación que debe afrontar “El Cojo Feliz” es la moda, porque con su discapacidad, el ponerse ropa avejentada puede hacer que, en vez de que la gente le diga lo bien que se puede ver, le den alguna caridad. Pero al menos, lo que sí hizo para estar a la moda es ponerse un tatuaje, que a la vez está en la tendencia actual, pero también rompe los paradigmas actuales respecto al arte de las tintas en el cuerpo. Ya entrados en tema, Hugo empieza a preguntar al público por los tatuajes que se han realizado; con los primeros dos obtiene respuestas que le permiten hacer comentarios graciosos, pero cuando el tercero nos cuenta la historia de amor de sus bisabuelos, que fue lo que originó su tatuaje… ¡”El Cojo Feliz” le da la vuelta para que todos en la audiencia se arranquen a reír! Hugo continua hablando de Donald Trump, de entrada, descartándolo por su nombre (y su parecido a cierto personaje Disney), pero también nos habla su idea de que los mexicanos que cruzan la frontera son “bad hombres”. Para esta parte, Hugo no solamente destaca las cualidades de los inmigrantes, sino que hasta le tiende una “rama de olivo” con un par de alternativas para que nuestros compatriotas dejen de cruzar la frontera, todo con el espíritu del “win – win” (o “ganar – ganar”, pues).
Ahora, “El Cojo Feliz” nos cuenta de la enfermedad que lo dejó con ese apodo ya que, a pesar de los años que tiene dando shows, hay gente que todavía cree que está fingiendo, o que su bastón es para tomarse “selfies”. Pero todavía peores fueron los intentos de su familia por darle ánimo, o las vueltas a la sala de urgencias, donde, por las “bondades” de nuestro sistema de salud, los pacientes se “pelean” por la prioridad de su caso para que los atiendan. Con todo esto en la mente, es bastante natural que te pongas a pensar en tu propia mortalidad. Normalmente, todos quisiéramos morir tranquilos, sin sentir nada. Pero Hugo, gracias al programa de “1,000 Maneras de Morir”, ansía tener una muerte memorable, “chingona” usando sus palabras. Afortunadamente, él sabe que nunca estuvo en peligro de muerte, por una sencilla razón: no fue a visitarlo su celebridad favorita. Digo, aquí tiene un buen punto: Si estás en el hospital, y ves que un famoso entra a tu cuarto, te puedes alegrar un rato, pero también puedes intuir que las cosas no van por buen camino. Lo bueno de todo esto es que “El Cojo Feliz” sigue vivo, ya que le faltan varias cosas por ver en el mundo; una de ellas: la rebelión de las máquinas. Y no necesariamente se refiere a que va a venir un ejército de robots a atacarnos, no: puede ser el microondas, el USB, las máquinas para pagar estacionamiento (que, al menos en Mérida, nos resistimos a que tan “innovadora” tecnología, a pesar de los múltiples intentos de las plazas), o cualquier otro utensilio de la vida diaria que precisamente no hace más que complicárnosla.
Después de toda esta negatividad, Hugo nos cuenta un poco de su forma de ver la vida, y dice algo que nos hace falta escuchar: “nos podemos reír de cualquier circunstancia, siempre y cuando le demos la vuelta”. Después de darnos un ejemplo de cómo verle el lado positivo a una situación bastante complicada, “El Cojo Feliz” comenta que él no cree en la beneficencia, específicamente en el Gol por la Educación. A final de cuentas, ¿qué pasa con los niños que no “alcanzaron” a ser “educados” si el partido termina cero a cero? Y más irónico, que un futbolista meta “goles por la educación”, cuando varios de ellos son un claro ejemplo de que la educación no es su principal atributo. Y las otras iniciativas similares no se quedan atrás, porque, ¿qué pasa si no se meten goles? ¿Se desecha lo que tienen almacenado? O si meten más goles de los que tenían contemplados, ¿tienen que salir a conseguir más de lo que habían prometido? Ha de ser sumamente estresante estar esperando que te llegue algo de estos programas, y ver que los goles nada más no caen. Otra cosa en la que no confía mucho es el amor, más aún después de una relación que tuvo por ocho años. Aquí, Hugo sugiere algo bastante interesante: cada cierto tiempo, las parejas deben presentar un “informe” de los “avances” que ha tenido la relación, al más puro estilo político. ¿Se imaginan a su pareja (“si no tienen, a su mejor amigo(a)”, como hacíamos en uno de mis trabajos anteriores) rindiendo cuentas de lo que han gastado y lo que han recibido durante la relación? Definitivamente nos ayudaría a poner las cosas en perspectiva, y tal vez salvaría algunas relaciones, aunque también terminaría de destruir algunas. Pero a final de cuentas, serían decisiones más informadas. Y es que el problema con las mujeres, de acuerdo a lo que comenta “El Cojo Feliz”, es que ellas son las que deciden cuando tener relaciones, y cuando no. Los hombres, a final de cuentas, tenemos que hacer caso a sus “demandas” para que “sucedan las cosas”.
Por su situación, Hugo ha sido invitado a numerosas presentaciones para beneficencias, lo cuál le ha hecho reflexionar un poco acerca de éstas. Por ejemplo, ¿por qué tantos requisitos para donar sangre a los enfermos? (Recuerden que es un chiste) No es como que el que la vaya a recibir se pueda poner “exigente”. Siguiendo con el tema de la desconfianza, “El Cojo Feliz” también desconfía de la CDMX. De entrada, los habitantes de otros estados los criticamos porque todo quieren hacer torta… Bueno, algunas cosas les faltan. Lo más criticada: la torta de tamal, esa combinación de masa con más masa, que luego nos “sorprendemos” que México sea uno de los países con más problemas de obesidad. Pero lo que Hugo sugiere es que, más que una delicia, la torta de tamal, con su sobrecarga de calorías, es una herramienta de supervivencia para los chilangos, específicamente, por los temblores. ¿Nosotros tenemos miedo de un sismo? Al menos podemos correr, ¡imagínense a “El Cojo Feliz”! Un momento emotivo es cuando ubica en el público a un hermano de bastón, así que, a final de cuentas, ya no se siente solo en su miedo. Para poder hacer los rescates más eficaces, Hugo sugiere una certificación por parte del gobierno, en donde se decida si vale la pena o no rescatar a una determinada persona (suena feo, pero todos conocemos a alguien que nos hace pensar “si te mueres, no me molestaría”).
“El Cojo Feliz” nos cuenta del problema que tiene para confiar en la religión. A final de cuentas, la manera en cómo nos la presentan es que somos pecadores, y sí es cierto, pero a los cinco años, no es lo más halagador para escuchar. Y en sí, la vida terrenal está llena de sacrificios, penas y tristezas, pero está la promesa de “la vida después de la muerte”, el Paraíso. Pero después de un par de experiencias con su lugar de nacimiento (Chimalhuacán), el lugar a donde salía para sentirse “cool” (Nezahualcóyotl), y las sobras del pan en su casa, aquí viene la duda de Hugo: ¿qué tal si el Paraíso es aquí, en la Tierra? En las cosas pequeñas de la vida, que a veces son tan rutinarias, que no sabemos apreciarlas. Ya para terminar, “El Cojo Feliz” nos cuenta del folleto que leyó cuando empezó su batalla contra el cáncer, y que decía que debía acercarse a su familia. Pero, ¿adivinen qué? Tampoco confía en su familia. Y tiene un buen argumento, ¿cómo confiar en tus familiares, cuando ya sea para las piñatas, la comida o el baño, sólo te han dicho mentiras? Y si las mentiras no fueran suficientes, el chantaje es todavía peor. ¿Ah, no le creen? Es muy sencillo comprobarlo, nada más piensen, ¿qué les dicen cuando se quieren ir temprano de una fiesta? Y esa frase, ni el Adolfo más infame se puede resistir.
¿Qué pasó después?
Para los que ya son visitantes constantes en éste, su blog de confianza, y que ya habían visto este especial, pensarán: “oye, estuvo corta esta reseña, y casi casi dijiste toda su rutina”, también sabrán que el formato de Comediantes por el Mundo es muy corto, algo entre 20 y 30 minutos, lo cuál no nos permite explayarnos tanto como normalmente lo hacemos, y que hayamos tenido que tomar muchas cosas del especial. Desgraciadamente, es lo único que tenemos disponible de Hugo “El Cojo Feliz” para poder hacerle una reseña (hay también una presentación en YouTube con Franco Escamilla, de unos 20 minutos aproximadamente, por lo que preferimos concentrarnos en este especial de Netflix).
“El CojoFeliz” continua con La Hora Feliz, junto al Tío Rober. En su Roast, los participantes de diferentes podcasts nacionales intentaron rostearlos, pero obviamente, el dúo salió al final para poner las cosas en su lugar. Durante la pandemia, ha sacado Cojo de Noche y Yo No Sé Mucho de Casi Nada (sólo para miembros del canal, y aquí todavía somos pobres, pero seguro está muy bueno). Hugo es apodado por varios comediantes como “la mejor pluma de México”, y es por eso que nos gustaría ver más contenido de Stand Up de él. El enfoque que tiene, la manera de ver las cosas, su ingenio cuando interactúa con el público, es fantástico. Lo bueno es que el cáncer es cosa del pasado, y ojalá pronto podamos ver algo nuevo de “El Cojo Feliz”, y su forma tan única de ver la vida. Este especial es como una orden de tres tacos de arrachera (o del guiso de su preferencia): saben bien, pero todavía queremos más.
Frases Memorables de Problemas de Confianza (en orden cronológico)
1.- (De los “cerillitos” en el supermercado) ¿Se han dado cuenta que nunca es el mismo viejito? Porque se mueren.
2.- En un caballo, todos los “dolores” son “dolores de caballo”. En Campeche, todos los tacos son “campechanos”. En Jamaica, toda el agua es “de Jamaica”. En Veracruz, ¡todas las operaciones son “jarochas”!
3.- Los inmigrantes son gente bien trabajadora y bien chingona. Ellos ya pasaron el “Mario Bros” de la vida real. Ya pasaron el nivel del desierto, el nivel del río, comen hongos para sobrevivir, y cuando viene “la migra” es como la estrellita.
4.- Los niños de África que no tienen que comer, hay que verlo el lado positivo, ellos tienen una ventaja sobre nosotros: ellos se pueden meter a la alberca cuando quieran. Nosotros tenemos que esperar una hora después de comer.
5.- Todos son tus amigos hasta que suena la alerta sísmica.