(Still A)live at the London Palladium (Allegedly!), de Joan Rivers (2006)
Temas: Matrimonio gay, Paris Hilton, perros, ataque del 7 de Julio en Inglaterra, gente vieja, matrimonio, George W. Bush, Chelsea Clinton, cremación, fingir orgasmos, flatulencias, acento inglés, cirugía plástica, desfiles, Ann Frank, Helen Keller, Playboy, ginecólogo, Michael Jackson.
Disponible: Amazon.com (DVD).
¿Qué significa para mí este especial?
Como varios de mi generación, el primer contacto que tuve con Joan Rivers fue en sus programas de E!, donde se la pasaba criticando a los famosos por cómo iban vestidos. Destacaba por ser la más atrevida, la más vulgar, y la única que lograba hacer que las demás se sonrojaran cuando criticaba algún atuendo. A final de cuentas, eran segmentos muy cortos, y no es como que me la pasara viendo ese canal todo el día (a menos que estuviera esperando Wild On!, con la novia de todos los cuasi cuarentones, Brooke Burke). Pero, afortunadamente, hace unos años me topé con el roast que le hizo Comedy Central, y, ¡oh, por Dios! Esta mujer destrozó a todos sus invitados, lo cual me tomó completamente desprevenido, y me hizo investigar más acerca de Rivers.
Joan fue una comediante hecha y derecha. Vivió toda la época de los shows televisivos (en especial, el de Johnny Carson, que era lo máximo del momento), y hasta tuvo el suyo durante los 80s. Durante los 60s, hubo un grupo de comedia que tenía a: Lenny Bruce, Woody Allen, George Carlin, Richard Pryor, Dick Cavett y Bill Cosby. ¡Hazme el puto favor! La mujer no tenía pelos en la lengua, ya sea para hablar de otros, o hasta de ella misma; y cuidadito te quieras ofender, porque entonces, su instinto asesino se activa. Solamente nos regaló cuatro especiales durante su carrera (éste, su penúltimo), pero ver su show es ver la competencia entre su cerebro y su boca para que se coordinaran con todo lo que tenía que decir. Y no, ¡la edad no la calmó para nada!
El Especial
Anuncian a Joan Rivers, y con una musiquita agradable, entra, saluda de beso a sus presentadores, y parece que todo va tranquilo, hasta que se empieza a quejar de que tiene que pagar por la orquestra, preguntándose dónde está Margaret Thatcher cuando uno la necesita, y con una mueca, todo el público inglés se empezó a reír (la salud de “La Dama de Hierro” para ese entonces empezaba a deteriorarse). Para seguir con su show, necesita ubicar a los gays, sus fans más apasionados, así que, al llamado, un gran porcentaje del público responde. Joan los felicita porque ya va a ser legal el matrimonio gay, y finalmente, van a poder experimentar… Lo que viene después. Rivers empieza a soltar nombres de famosos, y cuando llega a Paris Hilton, la audiencia se pone a la defensiva. ¿Eso va a detener a Joan Rivers? Por favor, ¡eso la motiva más! Aunque siente pena por sus papás, por el famoso video de su hija… ¡Grabado en otro hotel! Para seguir “molestando” al público, ahora Joan utiliza la bufanda que tiene puesta. ¿No se deben usar pieles? ¿Es crueldad contra los animales? Jódanse, a ella no le importa. Era apenas el 2006, y Joan ya podía ver que la gente se estaba volviendo demasiado delicada. Cuando menciona a un entrevistador afroamericano, y el público nuevamente se pone a la defensiva, Rivers lo deja claro: a ella no le importa el color de piel, lo que le importa es el peinado que le van a hacer.
Pero regresemos a su perro, que supuestamente es el animal que tiene puesto. Joan intenta tranquilizar a la gente diciendo que no fue asesinado, sino que se suicidó, por culpa de sus vecinos filipinos y sus “costumbres” de comer perros. Y aunque ellos lo nieguen, Joan tiene pruebas que confirman su punto (el “pavo” de Acción de Gracias no tenía una manzana, por decirlo de una manera). Pero basta de la muerte, que esta mujer ha tenido bastante en su vida (su esposo se suicidó en los 80s), aunque, Rivers no sería ella misma, si no hiciera un par de comentarios acerca de las bombas detonadas el 7 de julio del 2005 en el metro de Inglaterra, así como un par de “sugerencias” para atrapar al responsable. Siguiente tema: sus senos y su vagina, ¿por qué no? Le pide a la gente que no se “ilusionen” de ver sus senos tan bien, ya que todo el mérito es de su brasier push-up, porque si no, caminar le sería más difícil (o lento, al menos). Eso sí, que los senos se vayan cayendo es normal, pero lo que nunca le habían dicho era, ¡de su vagina! Se dio cuenta el día que se dio que había “algo más” en la cama. Pero no se preocupen, Joan Rivers tiene algunos usos alternos para las vaginas caídas. Para terminar esta rutina, esta mujer, con sus 70 y tantos años a cuestas, tiene el valor de decir que le desagrada la gente vieja, y todavía peor, ¡sacarlos del teatro! Con todos los artefactos que hayan traído.
Joan le pregunta a alguien del público de dónde es (“de Inglaterra”, responde… Ya se imaginarán cómo le fue), y luego le dice que fue con su “pareja”, no su esposo, lo cuál molesta a Rivers. Con un sarcasmo envidiable, le dice “si te estás acostando con un hombre, y no estás casada, eres una cualquiera; pero si tienes anillo, es amor del bueno”. Y la gente podría argumentar, “es que no sé si estoy enamorado(a)”; y para esto, Joan Rivers responde con una pregunta: ¿Qué tiene que ver el amor con el matrimonio? Su ejemplo más claro: Jackie Onassis. Según Joan, ¿creen que realmente amaba a sus esposos? ¿John F. Kennedy, que se acostó con medio mundo (el encargado de iluminación le hace una muy buena broma en esta parte)? ¿Aristóteles Onassis, al que Rivers lo describe como un “cerdo arrastra manos”? No, ella lo que quería era estar bien, y con los 100 millones de dólares que recibió por la herencia del último, ¡definitivamente le fue muy bien! Y ya que estamos hablando de políticos, Joan Rivers sigue tirando veneno: los odia, a todos. Y aunque la “moda” en ese entonces era odiar a Bush, ella sigue odiando a Clinton, y a su hija también, para la que Joan dedica un par de comentarios acerca de su apariencia. Rivers tiene para repartir, hasta para los que no ganaron una elección (¿Se acuerdan de John Kerry?). Pero bueno, regresemos al tema del matrimonio: para Joan Rivers, la educación y mantener la casa bien no importan, lo que vale es verse bien, y lo que tu marido te pueda comprar (ahí está la “felicidad”). ¿Estás casada, y no piensas así? Joan no se sorprende, porque dice que las “primeras esposas” son demasiado buenas e inocentes. ¿Quiénes son las que saben bien? Las “segundas esposas” saben qué es lo que realmente importa, y cómo hacer para que nadie se los quite. ¿”Terceras esposas”? Sorprendentemente, todas son de la misma nacionalidad (casi nada racista la señora Rivers).
No todo es risas: como si la pobre mujer no hubiera tenido suficiente, su suegra falleció poco antes del especial, lo cual fue, ¡un alivio para Joan! Porque la señora se quejaba mucho: “me siento mal”, “no me gusta la tostadora en la tina”, “hace calor (mientras la cremaban)”. Ya saben, cosas de ancianas. Con el tema encima, Rivers comenta que a ella también le gustaría ser cremada, aunque tiene miedo que la “mezclen” con otra persona, o que la “confundan” con cocaína, ¡quién sabe en que lugares podría acabar! Todo esto le preocupa por su familia, su hija Melissa, y su nieto Cooper. Aunque los ama, no se sintió muy “privilegiada” de haber estado en el parto de Cooper, por todos los “procedimientos” que realizan ahora; recuerda que, cuando nació Melissa, todo era mucho más sencillo (cigarrillo durante el parto incluido). Ya que anda por acá, Joan Rivers se remonta a su primer matrimonio, y lo alegre que estaba su madre, porque fue la última mujer en su ciudad en casarse, porque, según ella, era “la niña más fea del lugar”. Aunque al principio estaba feliz, con el paso del tiempo, se fue diluyendo la felicidad. Pero cuando descubrió cómo fingir orgasmos (algo que, presuntamente, nadie hace en Inglaterra), ahora se encarga de “compartir” su secreto. Y para los “fans” más apasionados de Joan, no se preocupen, ¡también se puede! A final de cuentas, hay que mantener las cosas tranquilas y alegres, y la edad no ayuda en la cama, ni en la vida marital, aunque Rivers plantea la opción de que unos defectos contrarrestan a los otros.
Uno de esos defectos, son las flatulencias. Joan Rivers ya llegó a la edad que no los puede aguantar. Son tantos los problemas que le ocasionan, que ha tenido que hacer cambios en su carro y en su ropa. El problema, según nos cuenta, no es la cantidad, sino la “sorpresa”, aunque con bailes, formas de sentarse y hasta pláticas, ya ha encontrado maneras de “disfrazarlos” (¡hasta los ruidosos!). Al igual que con los orgasmos, Joan siente que el público no es tan participativo; según ella, por es lo reservados qué pueden llegar a ser los ingleses. ¿Y por qué son tan reservados? Joan tiene la sospecha que es por el acento, es muy difícil entender lo que dicen. Es tan difícil, que no se dio cuenta que la invitaron a una reunión, donde la anfitriona estaba con las piernas abiertas, lo cual no se ve bien, ¡y su marido no le decía nada! Eso sorprendió a Rivers, pero cree que es porque los hombres somos menos cuidadosos en ese tipo de cosas que las mujeres. A final de cuentas, ya hablamos del efecto del tiempo en la vagina… Pues no es como que los testículos se mantengan firmes y en su lugar toda la vida. ¿Por qué lo sabe? Porque ahora está empezando a tener citas con hombres de esa edad, ¡y es toda una experiencia! Nada más ver lo que le pasó a la dentadura del que la besó en el cuello. ¡Ya ni hablemos de hasta dónde le llegan los testículos! En este momento, es cuando le recuerda a la muchacha del público que se debe casar, para evitar estos incidentes (no es lo mismo que te pase con el que ya conoces, a que te pase con varios desconocidos, ¿no creen?).
Ahora, es momento de hablar de cirugías plásticas, y si hay alguien que sabe, es Joan Rivers Está cansada de los famosos que dicen “no, yo no me hecho nada”. ¡Mentiras! Ella puede detectarlo fácilmente, y si no, que le pregunten a Sofia Loren (presuntamente), porque según Joan, ella no va al baño como alguien normal. Algo parecido con Cher, que con tanto bótox, es difícil saber si está triste o feliz. Lo peor es cuando una cirujana tuvo su cumpleaños, y habían muchos famosos invitados, pero sorprendentemente, nadie ahí se había hecho nada. Ajá. Pero a la hora del pastel, nadie puede cantar, ¿por qué será? Pero ojo, Joan no dice que está mal, sólo pide que lo reconozcan. De todas maneras, es muy fácil detectarlo, sobre todo en los desfiles de Nueva York (ella vive en la 5ta Avenida). Y ella ve todos los desfiles: los irlandeses con sus cervezas, los italianos enamorando mujeres en todo momento, los alemanes que Rivers encuentra irresistibles, a pesar de ser judía. Hablando de judíos y alemanes, Joan Rivers tiene la teoría que El Diario de Ann Frank se hubiera vendido mejor si se hubiera operado la nariz. Como que la gente se río, pero también le dio pena. ¿Creen que esta mujer se va a detener? Para nada, ahora habla de Helen Keller, que es incómoda tenerla de invitada, porque no puede encontrar nada (¡Dios mío!).
Joan nos relata que Playboy buscó a su hija para que saliera, pero lo rechazó. Eran 400 mil dólares. Y aunque quiere a su hija, y los padres deben apoyar a sus hijos en todos, ¡a Rivers no le encantó esta decisión! Pero es su culpa, por enseñarle “valores”, “respeta tu cuerpo” y esas babosadas. Melissa hubiera podido ser Monica Lewinsky, con 18 millones de dólares en su cuenta bancaria, pero no, gracias a sus “valores”, ni 18 millones, ni 400 dólares, mientras su pobre madre sigue en las alfombras rojas “¿Quién te hizo tu vestido?”. Pero va, lo puede entender, porque sabe lo difícil que es ser mujer. ¿Una prueba? Ir al ginecólogo. De entrada, las piernas tan separadas, y con nada para taparse. Todavía más incómodo si te está examinando, y se le ocurre ponerse bromista. Y ni hablar de los preparativos para ir a tu consulta, con la rasurada de piernas, del pelvis… De los senos, del bigote. Ya saben, lo común. Igual de problemático que ir al baño, porque a las mujeres les enseñan que “no te sientas en un baño público, ¡papel, papel, papel!”. En cambio, los hombres vamos de pie, podemos dirigir el “chorro”, y aún así, ¡fallamos! Pero es momento de cambiar de tema, hablemos de trabajo. Creerían, mis queridos lectores, que es porque se va a poner seria… No, lo primero que dice es que le encanta contratar niños para la joyería que vende. A final de cuentas, si fuera con adultos, tendría que ser más cara. Aunque la critiquen, Joan Rivers se siente incluyente, ella contrata a cualquiera, a diferencia de otras personas. ¿Despiden a alguien por ser mayor? No se preocupen, con Joan encontrará trabajo (hasta a los pacientes de Parkinson les sabrá sacar provecho). Si no le creen que es incluyente y que todo el mundo le agrada, ¿qué mejor prueba quieren que le regaló plantas (sí, con macetas y así) a la gente de adelante que estuvo jode y jode todo el show? Para terminar, Joan hace una pequeña reflexión acerca de las viudas de los ataques terroristas… No, definitivamente no es para “levantarles la moral”.
¿Qué pasó después?
Fue un reto hacer esta reseña, porque las bromas venían por todos lados, a cada momento, y luego la broma tomaba un rumbo, y regresaba minutos después al tema, pero todo sin perder gracia o emoción. Después de este especial, Rivers siguió haciendo televisión. Tuvo su roast en el 2009 (el último en el que participaría Greg Giraldo, antes de su muerte), y en el 2010 E! le dio su programa, Fashion Police. Todavía tuvo tiempo de grabar un especial más, en el 2013 (Don’t Start with Me; ya hablaremos de él en otra ocasión), antes de que falleciera por complicaciones durante una cirugía a los 81 años (en el 2016, los doctores aceptaron su responsabilidad en la muerte de Joan, y el caso fue arreglado fuera de juicio). Fue parte de obras de beneficencia para el activismo contra el VIH (causa de la muerte de su psicólogo), y la prevención para el suicidio (ella admitió haber tenido una crisis muy severa en los 80s, después del suicidio de su marido).
Joan Rivers influenció a muchos comediantes, no creo que solamente a mujeres. Pero en un medio monopolizado por los hombres, el legado de Rivers es imponente. Nos podemos quejar de ese monopolio ahorita, pero, ¡la mujer atravesó eso en los 60s y 70s! Ella se sobrepuso a la escasez de medios y oportunidades, ¿y cómo lo hizo? Con talento, con agilidad mental, con un don inigualable. ¿Quieren seguir haciendo corajes? Ella está en el lugar 6 de los mejores comediantes de todos los tiempos, cosa que tal vez no esté tan equivocada. Pero para encontrar a otra mujer en la lista, nos tenemos que ir, ¡25 lugares abajo! En el 2009, ella dijo “no me puedo retirar, la comedia me necesita”, y tenía razón. Necesitamos su energía, su agudeza, su filo, ese que ya es posible ver en otras comediantes, que seguramente harán que, con el paso del tiempo, al rehacer esa lista, haya una distribución más equitativa entre hombres y mujeres (por méritos propios, como lo hizo Joan; no por solamente ser mujeres). Mientras tanto, no tenemos ninguna duda de decir que Joan Rivers es la mejor comediante de Stand Up, sin ningún “presuntamente” que se oponga.
Frases Memorables de (Still A)live from the London Palladium (Allegedly!) (en orden cronológico)
1.- ¡Qué pena la de la familia Hilton! Que tu hija tenga un video sexual grabado en un hotel Marriot.
2.- ¿Tienes 90 años y compras en grandes cantidades? ¿Tienes 90 años y compras 18 frascos de mayonesa? Te vas a morir antes de llegar a pagar, ¿estás consciente?
3.- Mi hija y yo hablamos todos los días, y todos los días me pregunta lo mismo: “¿Cómo conseguiste este número?”.
4.- Toma a un hombre de 50 años, y siéntalo en el inodoro, parece que está preparando una taza de té.
5.- Soy judía, pero si me das un alemán rubio y vestido de cuero, los perdono. Hasta Ann Frank les hubiera dicho “estoy en el ático”.