La Chingad3ra del Pantano, de Coco Celis (2020)
Temas: Teiboleras, drogas, tamales, pasas, terremoto, Morelos, Cuauhtémoc Blanco, asalto, celulares, Avengers, clonación de tarjetas, pueblos mágicos, masaje, avión, vida o muerte, perros.
Disponible: YouTube.
¿Quién es Coco Celis?
Nacido en Yautepec, Morelos, Jorge David Celis Castillo, mejor conocido como Coco Celis, estudió una maestría en creación artística en Cuernavaca, y durante ésta, fue que comenzó su trayectoria, hace poco más de 10 años. En el 2014, realizó una audición para aparecer en Comedy Central Presenta, donde varios comediantes (muchos de ellos, futuras estrellas nacionales del Stand Up), en duplas, presentaban sus rutinas. Él apareció en el programa 25 (de 26), junto a Juan Carlos Escalante.
Y bueno, a partir de esta aparición, los shows y las giras no pararon para el buen Coco. Con un humor disparatado, en ocasiones sumamente bizarro, acompañado de una cadencia muy particular al hablar, antes de este especial, Celis grabó, junto a Raúl Meneses, Carrousel de Ternura en Netflix, pero preferimos concentrarnos en esta ocasión en su proyecto solitario. ¿Estás listos para sufrir de risas incómodas? Entonces, vayan al baño (si tienen ganas; si no, no), y prepárense, que ya estamos por comenzar.
El Especial
Sale Coco Celis al escenario, con una cabeza de botarga que lo forzaba a tener cierta cadencia al caminar. Apenas llega al micrófono, se la quita para ponerse sus característicos lentes y sombrero, mientras hace un baile “sexy” que no podemos “des ver”. Para él, ese baile es un ejemplo de cómo subirse al escenario, con ganas, con energía, como si fuera una rueda de baile. A final de cuentas, “ganas” es lo que más le pedimos a la gente, en el baile, en el Oxxo; bueno, hasta a las teiboleras. ¿A poco no les ha pasado que prefieren a una que tiene actitud, aunque tal vez no sea la más bonita? Bueno, y si además te recuerda a una conocida de tu mamá, ¡hasta el billete dejas! Cambiando de tema (afortunadamente), ahora nos comenta de una niña que, podrá tener varias teorías acerca de su aspecto, pero la más probable era que el uso de drogas fuera el causante. Total, que la niña, confundiendo a Coco con una señora, le pide un “rojo”. Yo pensaba que se refería a una cigarro, por todo lo que se veía de la niña; afortunadamente, estaba hablando de tamales. Él se lo pela, cuando la niña le sale con que lo quiere fiado. Ahí sí, con la pena, ¡pero Celis tuvo que anteponer sus principios! No ganó nada, la niña se quedó con hambre, pero que quede claro, que nadie juega con él.
Continúa con una pregunta bizarra: ¿No se han despertado siendo la señora de los tamales? Al público no (específicamente, a Tere no le ha pasado), y a mí tampoco. Pero a Coco Celis sí. Él sí se ha despertado siendo la señora de los tamales. Y es una sorpresa, pero ni modos, trabajo es trabajo, y hay que chingarle (ah, nuestro querido México; dónde los “shocks” son cosas de ricos). Lo bueno es que tiene diferentes tipos de tamales, pero, en buen plan, ¿qué tienen los tamales rosados, los “dulces”? Coco no lo sabe, la verdad, me da flojera investigarlo, pero lo que él sí sabe es que tienen pasas. Y las pasas, queramos o no, son un gran ingrediente… Cuando no sabemos muy bien qué estamos preparando. ¿O de verdad, a alguien le fascinan las pasas en sus platillos? Para rematar el personaje, Celis se encuentra que lo mejor que tenía ahora, eran las chichis. ¡Unas señoras chichis, grandes, bonitas! Pero los tamales es lo que verdaderamente importa, y él (¿o ella?) no se preocupaba, porque sabía que eran buenos. ¿Cómo lo sabía? Porque a pesar de la pésima atención que le daba a sus clientes, ellos seguían comprándolos. ¿Será por los tamales, o por las chichis? Nunca lo sabremos.
Bueno, regresemos a la realidad: Coco Celis no es la señora de los tamales, pero sí son vecinos de una colonia en la CDMX que, no es la más bonita, por decir lo menos. ¿Qué tan mal está? Para el terremoto del 2017 les llegaron varias ayudas… A pesar de que, realmente, no se vieron afectados. Dando un poco de contexto de sí mismo, Coco nos cuenta que es de Morelos, un estado donde, para decirlo un poco más amable, eso de “pensar” no se les da muy bien. Y en una determinada época, puede ser peor: durante las elecciones. Para muestra, un botón: ¿A quién eligieron como gobernador? A Cuauhtémoc Blanco. Habrá sido muy buen jugador de fútbol, pero, ¿qué tiene que ver eso con un cargo político? Eso sí, no se lo mencionen a los taxistas morelenses, porque no les cae en gracia, ellos adoran al “Cuauh”. Lo defienden con un “no lo dejan trabajar”. Celis no entiende muy bien este argumento, como si alguien de la oposición estuviera “marcando” a Blanco para impedirle que realice su labor, que evite que firme documentos. Pretextos o no, el desempeño político no ha sido nada destacado, y eso se puede ver en Morelos, donde cada vez da más miedo estar a oscuras en tu colonia, a la espera de “las ocho palabras” que se pronuncian durante un asalto, y que casi siempre son sinónimo de malas noticias.
Viendo que la mayoría del público han sido víctimas de algún asalto, Coco Celis les pide que no le vayan a robar su nuevo celular, que le costó mucho trabajo poder adquirirlo. Ahora que lo tiene, se da cuenta que ya no “pertenece” a su colonia. Tiene miedo que se le vayan a robar, porque ya se está acostumbrando mucho a él para viajar y tomarse fotos. Se le acerca alguien, y se pone en “modo defensa”, ¡aunque sea su mamá! Lo bueno es que ha pensando en varios mecanismos de defensa en caso de que, tal vez no sean los más efectivos, pero al menos le darán un poco de tiempo para entorpecer el crimen. Porque seamos honestos, a todos nos gustaría ser uno de esos héroes de película de Hollywood, que nos defendemos y respondemos al ataque. Es más, Coco hasta se imagina a sí mismo, en medio de un asalto, analizando todos los escenarios posibles de cómo finalizaría el encuentro, al más puro estilo Avengers, y bueno… Ninguno termina bien. En todos termina herido. El más “positivo”, es que le da un poco de ternura al asaltante, y le aprieta los cachetes, pero eso no impide, ni el robo, ni la madriza.
Pero esos son los robos de la “vieja escuela”, donde había contacto físico con el asaltante. Ahora con la clonación de tarjetas, pueden pasar varias horas y no sabes qué te sucedió. De repente, checas tu app, y ves que no tienes tanto dinero cómo habías calculado… Pero igual y no fue un robo, tal vez te estás dando muchos lujos, como menciona Celis. Para ejemplificarlo, comenta de la ocasión que le sugirió a su novia ir a un pueblo mágico, de esos que abundan en nuestro país, para recibir un masaje. Para él, algo sencillo: masaje de cuello. Para ella, prepárense: un masaje holístico, con alineamiento de chakras. ¿Sabía la masajista que tenía que hacer? Probablemente no. Después de unas piedras, unos Cheetos, y el coro de “Chilanga Banda”, se logró el objetivo. ¿De la mejor manera posible? Tal vez no, pero cuenta. Otro de los lujos que se puede dar Coco Celis, es viajar en avión. En uno de sus (ahora) múltiples viajes, relata a las señoras que se sentaron cerca de su lugar. Porque no las señoras no viajan solas, se hacen compañía para apoyarse mutuamente. Y si se empiezan a asustar, no van a dudar en usar la religión para sentirse seguras. Mientras todos estén preocupados, ellas se persignan, se preparan, ¡y hasta en arameo hablan! Eso sí, ojalá que Dios las “deje en visto”, porque Coco puede ver claramente que no piden las cosas más inteligentes para el momento.
Y bueno, en momentos de vida o muerte, una frase que se repite mucho es la de “antes de morir, ves tu vida pasar como si fuera una película”. Podrá ser muy bonita, pero a Celis no le entusiasma en lo absoluto. O sea, ya la vivió, ¿y la tiene que volver a pasar? Además, sería demasiado larga, ¿no creen? Profundizando un poco en esta idea, ¿han pensando cómo sería la sinopsis de vida, si fuera realmente una película? Él sí, y como se podrán imaginar, sería un poco rara: involucra a un niño, y… A un árbol. Definitivamente, no la veríamos en Cinépolis. ¿Y cómo sería el tráiler? Todavía más bizarro, con silbidos entre cortes, berrinches, papás firmando boletas de calificaciones, encuentros sexuales decepcionantes, declaraciones pendientes de Hacienda, y, ¿se acuerdan de “las ocho palabras” antes de algo malo? Pues obviamente, ¡tenían que hacer su regreso! Y con esto, Coco Celis se despide, agradeciendo al público, al cine Tonala, a Carlos Ballarta, al “Patán”, a su novia, quién hizo los cuadros que adornaron el escenario, y por supuesto, al público. Hay una nota más detallada, y durante los créditos, podemos volver a ver a Coco bailando… Por si se quedaron con las ganas.
Pero tranquilos, que sale Carlos, que es el productor ejecutivo de este especial, para anunciar que todavía hay una rutina más, pero le da un poco de miedo a Celis tirarla. Así que, les advierte, muy educadamente, que si se ofenden muy fácilmente, mejor se retiren, ahí sí, ya no con los mejores modales, pero se dio a entender. Regresa, para contarnos de su perro, que se le perdió. No es cierto (una vez más, nos “engaña”); o sea, sí se le perdió un perro, pero no el de él, sino el de un amigo que se lo encargó mientras salía de viaje. Es el problema que tiene con los favores: no le gusta hacerlos, y además, le salen mal. Pero por este suceso, pudo entender un poco a las mamás que pierden a sus hijos en el supermercado. Porque es una angustia cuando no lo encuentras, con repercusiones físicas. Coco Celis, para no andar con rodeos, traía el culo apretado, pero muy apretado. Tanto, que hasta le hubiera podido servir para otras cosas. Afortunadamente, el perro regreso a su casa, y aunque al principio fue recibido con mucha alegría, eventualmente, como a todo niño que es encontrado, ¡le pusieron el regaño de su vida! Ahora sí, Coco se despide de la audiencia, y se sale del escenario.
¿Qué pasó después?
Lanzado muy al inicio de la pandemia, La Chingadera del Pantano tuvo una gran aceptación, con más de novecientas mil vistas al momento de terminar esta reseña. Aprovechando el momento que se vivía, Celis lanzó su vlog, Qué Yico, que ya cuenta con tres temporadas, además de participar en otros proyectos, como el de Duques y Campesinos, con su amigo, Carlos Ballarta. El humor de Coco Celis no es fácilmente digerible, pero cuando logras entenderlo, es sumamente disfrutable, ya sea que aborde temas sensibles, o haga una rutina más “ligera”, o de plano, algo completamente utópico e irreal.
Posterior a este especial, Coco apareció (y ganó) la tercera temporada de LOL, si mal no recuerdo, nadie lo logró hacer reír. Es que, para los chistes que tiene, ¿cómo trabajará su mente, y quién podría ser capaz de hacerle reír? Actualmente, se encuentra de gira con su nuevo show, ¿Te Crees Mejor que Yo?, en varias ciudades de la República Mexicana, ¡incluyendo Mérida! Así que, despreocúpense, amigas y amigos, que las risas, con esta chingadera de Dios sepa que pantano, no nos van a faltar.
Frases Memorables de La Chingadera del Pantano (en orden cronológico)
1.- Sus ojitos; rojos, rojos, rojos. Yo creo que tenía alberca, o había llorado mucho, o, o, o… ¡Venía drogada!
2.- Tú da un pésimo servicio, y la gente sigue viniendo, ¡felicidades! Es bueno tu producto.
3.- Con tu celular, ya que tienes aplicaciones, dices “¿quién se está llevando mi queso?”. Checas, y dices “ah no, sí; sí soy yo. Yo me estoy llevando mi queso”.
4.- ¿Han escuchado esto de que, cuando tú sientes que estás a punto de morir, ves pasar tu vida como si fuera una película? ¿Lo han escuchado? Qué flojera. Yo tengo 35 años, ¿cuánto va a durar esa “peli”?
5.- A mí no me gusta hacer favores, entonces creo que a propósito los hago mal, para que no me vuelvan a pedir favores.