I’m Sorry For What I Said When I Was Hungry, de Gabriel Iglesias (2016)
Temas: Chicago, malteadas, tacos, foodtrucks, hoteles, universidad, Batman, superhéroes, Arnold Schwarzenegger, Disney, tequila, alcohol, ingleses, ecología, regalos, afroamericanos, regalos.
Disponible: Netflix.
¿Qué significa para mí este especial?
Lo admito, soy culpable: cuando me hablaron por primera vez de Fluffy, por un muy buen amigo de la licenciatura (o sea, no durante la licenciatura, pero de esa época, pues), no me emocioné. No recuerdo a ciencia cierta que fue lo que me animó a darle una oportunidad y, señoras y señores, ¡qué callada de boca me dio el señor Iglesias! Rutinas de Stand Up, efectos de sonido, te hace reír pero también te hace pensar, con un carisma envidiable. Afortunadamente, en ese momento habían dos o tres especiales más disponibles en Netflix, y en menos de una semana los terminé viendo.
Creo que este especial es un buen resumen de todas las habilidades que posee Gabriel, donde además recuerda algunos momentos de sus pasados, sin tener que “reciclar” material, sino que logra darle una continuidad que es por demás natural. Es un gran contador de historia, que logra que no se sienta el paso del tiempo, y todavía más sorprendente, cómo logra risas de todo el público, sin importar de dónde vengan. Aún más sorprendente, es el cariño que recibe, porque sabemos lo honesta que es su obra, y su palabra. Fue muy impactante para mí ver a un mexicano entreteniendo un público norteamericano con Stand Up (no únicamente comedia, omitiré nombres)
Gabriel Iglesias, con sus apenas 44 años, es todo un maestro de la escena en Estados Unidos. El aplauso cuando empieza un show es apabullante. Lo siento, pero va la misma aclaración que en otras reseñas: tiene especiales más memorables, con momentos muy específicos que son fantásticos (y envidiables, ¿por qué no?), pero este especial fue el primero que le vi, y con él siento la responsabilidad de empezar. Pero no se preocupen, porque seguramente el buen Gabriel estará en éste, su blog de confianza, constantemente. Y ahora que ya está vacunado contra el COVID-19 (pequeño spoiler), ¡seguro tendremos Mr. Iglesias para rato!
El Especial
Antes de que Martin Moreno lo anuncie por el micrófono, la gente ya está coreando “¡Fluffy, Fluffy!”. Cuando Martin (o “Marrrrtiiiin!”, para los conocedores) lo anuncia, el público se vuelve loco. Gritos, aplausos, todos de pie, por casi un minuto. Podrías pensar que se trata de un luchador de la WWF, o algún campeón de boxeo, pero no: es Gabriel Iglesias, y la gente lo adora. Y sí, Fluffy es grande, pero todavía más grande es su corazón (no en sentido médico, al menos no lo sé), porque lo primero que hace es pedir aplausos para Martin, dos de sus amigos que trabajan con él, y al entrenador en ese entonces las Panteras de Carolina y miembro del Salón de la Fama de la NFL con los Osos de Chicago, Ron Rivera. Puede parecer algo trivial, pero cosas así demuestran la sencillez y la nobleza de Gabriel. El especial empieza con Iglesias contando la primera vez que fue a Chicago, y lo llevaron a comer a Portillo’s, y todo muy bien. Pero cuando estos amigos le dicen después de la comida, “ahora vas a comer algo que nunca antes has probado”, Fluffy, como buena “persona de gran volumen” (para que nadie se ofenda), duda mucho de la veracidad de estas personas. Pero cuando le dicen de la malteada de pastel de chocolate, la cosa se pone interesante. Gabriel describe con lujo de detalle la preparación de la grosería de casi litro y medio, y la reacción cuando finalmente pudo probarla, es indescriptible. A Gabriel Iglesias también le gustan los foodtrucks de tacos, pero tiene un requisito muy peculiar: tiene que ser atendido por pura mujer. Y su punto es relativamente válido, porque es cierto que es más probable que las mujeres sean más amables que los hombres con un borracho en la madrugada, aunque también te puedes encontrar taqueros de buen humor, y taqueras insoportables. Pero independientemente del sexo, una cosa es segura: si despiertas a alguien a la una de la mañana para que te atienda, y sólo le pides un taco, te hará el ruido de desaprobación mexicano por excelencia: “ch-aaa” (la fonética no es mi fuerte, pero espero que la hayan entendido), que sirve para cualquier ocasión, desde afirmaciones simples, hasta promesas políticas (me han contado).
Fluffy ahora agradece a los organizadores del evento por el hotel que le consiguieron. Y no es por el lujo, ni por la cercanía del lugar: es porque el elevador habla, y con una voz que casi hace que Iglesias se pase de su piso con tal de seguirla escuchando. Después de este comentario, Gabriel nos relata del rumor de su muerte, el primero y creo único que ha tenido, con toda la “emoción” que pueda suponer. Además, “matar” a un persona con sobrepeso el 31 de Octubre (Halloween) sería como matar a un mexicano un 16 de Septiembre (no es la comparación literal que hizo, pero bueno… Para que se den una idea). Y mientras todos reportaban su muerte (que hasta lo conmovió con lo “bueno que era”), el único que lo llamó fue el buen Martin, aunque, si te llega el rumor de que alguien murió, ¿le llamarías? Afortunadamente Martin lo hizo, y todo salió bien. No tanto con Frankie, su hijo, pero bueno, al menos el rumor no era verdad. Y ya que estamos aquí, Iglesias nos presume que Frankie ya va a terminar la preparatoria, pero el chico no decide cuál será su siguiente paso. Imaginen, tienes todo el apoyo económico, no necesita una beca… Y ante esto, Frankie sólo responde “mmhm”. Vaya, Fluffy está dispuesto a todo, ya sea en California, otro lugar en Estados Unidos, o de plano, fuera del país, un intercambio. ¿Se imaginan a un niño pobre, de un país tercermundista, que te “adopte” un famoso adinerado? El asombro que sentiría es inimaginable, mientras que, por el otro lado, el niño de familia adinerada se iría a vivir sin todos los privilegios a los que está acostumbrado. ¿Se quieren dar una idea? Díganle a algún niño de su familia que hace 20 años no todos teníamos internet en casa, y vean su reacción. Bueno, Gabriel no necesita ir tan lejos para demostrarle a Frankie lo afortunado que es, ¡hasta sus propios amigos se lo dicen! Ojalá Frankie haya reflexionado sobre eso… Pero al menos ahora ya se pone desodorante, algo es algo.
Gabriel Iglesias está en un momento extraño de su vida, donde es demasiado maduro para los amigos de su hijo, pero se pone playeras de superhéroes y Transformers. Cuando Fabian, uno de los amigos de su hijo, le recrimina la playera de Avengers que tiene puesta Fluffy, y se atreve a decir que Batman es mejor que Iron Man, Gabriel lo pone en cintura con una muy interesante teoría: Batman es el superhéroes que más miedo da, ¡y hasta posiblemente sea miembro de una banda! Y cuando Fabian intenta nombrar a los “mejores superhéroes” de DC para compararlos con los de Marvel, Fluffy le pone una repasada magistral (aunque si son fans de DC, probablemente no les encante). A final de cuentas, todos podemos ser superhéroes de alguna forma, porque hay alguna cosa que hacemos muy bien, pero de igual forma, también tenemos nuestras debilidades, nuestros “némesis”. En el caso de Iglesias, la mamá de Frankie sería esa persona. Y aquí Fluffy hace un punto muy interesante, que puede ser el problema de varios famosos: no importa qué tan bien te fue en tu show, en tu concierto, en tu programa o en tu película; cuando sales de esa burbuja, te vuelves un ser humano común y corriente, al menos en tu casa. Dichos cambios pueden ser muy difíciles de asimilar. Para este momento, el público empieza a corear su nombre, y Gabriel agradece una vez más (neta, este especial podría haberse llamado “Thank You” y le quedaría. Pero si has visto más especiales de Fluffy, sabrás que en general, así son sus especiales).
Después de una muy divertida anécdota de las personas que se lastiman en su show, Gabriel Iglesias ahora nos relata lo opuesto: lo que es para para él conocer a gente famosa, sus héroes de la infancia. En este caso, la vez que conoció a Terminator: Arnold Schwarzenegger. Probablemente en ese entonces, Fluffy no estaba acostumbrado a las alfombras rojas, pero afortunadamente, su publicista sí. Y cuando Iglesias vio a Arnold, enloqueció. Pero, a final de cuentas es parte del mundo de las celebridades, y enseguida se da cuenta cómo “funciona” el “Governator” (o “Exgovernator”, para ser más correctos), así que logra manipular el “sistema” para que llegue más rápido hacia él. Bueno, y conocer a Schwarzenegger fue un gran momento, si tan sólo hubiera durando unos segundos más. Ya lo verán en el especial. A continuación, dos comentarios aleatorios: Le gusta tomar, y está a punto de producir su sitcom (¿Mr. Iglesias, supongo?) con una compañía que es parte de Disney. Y bueno, si algo sabemos, es que a Disney le gusta jugar a la segura. Ya para ese entonces, la compañía de Mickey había comprado Marvel y Star Wars, ya sabemos hoy como terminan esas relaciones laborales cuando no les gusta algo. ¿Se imaginan que Yoda te hable para decirte que ya no tienes trabajo (Paréntesis cultural: Mr. Iglesias es producida por Netflix, así que ya sabemos como acabó esa historia)? El miedo de Iglesias no es infundado, por dos motivos: los celulares, y su bebida favorita, el tequila. Pero, como buen alcohólico con experiencia, hay bebidas con las que no se mete. Una es el Jägermeister, por la consistencia; la otra es el vino, porque no se puede “medir”. O sea, con tequila, vodka, cervezas, tienes los shots, los vasos, las jarras; pero con el vino es directamente de la botella. Y depende del vino, es la copa. Y las copas son diferentes, así que son diferentes niveles para irte emborrachando, ¡y no puedes llevar la cuenta exacta!
Fluffy se da cuenta que hay gente de Inglaterra en el público, y decide que es momento de hablar del “cockney”, el acento británico (“Harry Pottah”, o algo así). En general, creo que todos tenemos una fijación con ese acento, que suena tan elegante, tan propio. La cuestión es: si para los que no tenemos ese acento, ellos suenan increíble, ¿cómo sonaremos los demás para ellos? Gabriel descubre a unos niños (o “adultos jóvenes”, como les dice), y comenta sobre lo mal que se siente cuando dice groserías en su show. Pero realmente, él no es un cómico grosero; de hecho, Fluffy le agradece a sus papás la confianza de llevar a sus hijos a su show. Y ya sé qué estarán pensando, “otra vez este gordo dando las gracias, qué flojera”, pero para mí, es una muestra de la sencillez y la humidad de Gabriel Iglesias. Pero aunque sea muy amable, tiene un enemigo: los sensores. Específicamente, los sensores del baño y de los cuartos. Como dice Fluffy, los sensores son increíbles… Cuando funcionan. Cuando no, sufrimos. Y aunque funcionen, los sensores del baño controlan la cantidad de agua, el tiempo de secado, ¡es una odísea! Pero lo peor es el inodoro con sensor, de esos que te acercas y se suelta el agua. O caminas, y se suelta el agua. Obviamente, cuando te sientas, se suelta el agua, lo cual crea una sensación muy inesperada, con una víctima Pokemón en el proceso. Pero bueno, lo hacen para ahorrar energía eléctrica y agua, bien. Pero no todos pueden ser “verdes” (ecológicos, pues; hasta aquí se sintió el “incienso”). ¿Un hotel que te pide que uses tu toalla varias veces? Está bien. ¿Un policía en un Prius? Probablemente no. Al menos, no para Fluffly, que no le daría vida al pobre oficial.
Ahora, Gabriel Iglesias reflexiona sobre su carrera, el poder y el impacto que tiene en la gente. Como con la simple mención de algo, la gente no lo olvida; aplica para pasteles, sodas y desodorantes. Pero si hay una historia que lo marca es la famosa “canasta de regalo racista”. En pocas palabras, para los que no conozcan la historia, Fluffy y Martin coinciden en Los Angeles con G Reilly, un comediante afroamericano, y le regalan una canasta de regalo, pero en vez de queso, vino y galletas “Crackers” (investiguen en Google porque es gracioso), le dieron… Alimentos, bebidas, postres y DVDs más acordes al estereotipo afroamericano. Cuando la canasta le llega a G, todo iba bien, hasta que lee la tarjeta: ¡Gabriel le hizo pensar que era un obsequio del KKK! A final de cuentas, no pasó a mayores: Reilly los descubre, y después de unas buenas (y merecidas) mentadas de madre, entran al cuarto y los tres disfrutan de un banquete. La historia se contó en Comedy Centra, fue un éxito; el video estuvo en YouTube, lo bajaron por la palabra “racista” (benditos controles y bendita sociedad puritana de la actualidad), aunque Iglesias lo vuelve a subir, y fue otro éxito. Pero así como mencionaba al principio que alguna vez mencionó que le gustan los pasteles de chocolate, y la gente, años después, le sigue llevando pasteles… El tema con la canasta se salió de toda proporción, para nuestro entretenimiento
Porque ahora a Fluffy le toca recibir la “canasta mexicana de regalos racistas”, y al principio era bonito. Hasta le sacaba verdadero provecho a los artículos. Pero mientras más se iba acercando al Sur de los Estados Unidos, más “interesante” se iba poniendo el asunto. Hasta que llegó a Alabama, ciudad conocida por su racismo intrínseco, inexpugnable, incorregible. Gabriel está dando su show, cuenta la historia original, pero al terminar, se le acerca una persona con una canasta, y le pide que la abra. Fluffy le dice que está en medio del show, que mejor después. Pero este señor no se rinde, y cuando menos se lo espera Gabriel Iglesias, todo el público le pide que abra la canasta para ver su reacción. No le queda remedio, y la empieza a abrir. Ahora, si ustedes creen que por ser afroamericano, te “tienen” que regalar jugo de uva, o por ser mexicano, te “tiene” que gustar Vicente Fernández, pero, ¡imagínense la cara de Fluffy al descubrir utensilios de jardinería y construcción dentro de la canasta! Y la gente se estaba carcajeando, pero no con Iglesias, sino de él. Había perdido completamente el control del show, así que mejor lo dio por terminado, y aparentemente no paso a mayores. Después de una autoevaluación acerca de qué hubiera podido hacer diferente, Fluffy se dirige al camión, sólo para darse cuanta que el señor lo está esperando. Y aunque Gabriel lo intenta evitar, quedan frente a frente. Esperando un momento incómodo, lo que sucedió a continuación fue una disculpa del señor, que nunca esperó interrumpir o arruinar el show, lo cual hizo que Fluffy se sintiera terrible, y él acabara pidiendo las disculpas. La historia termina con el señor agradeciéndole su trabajo, su forma de ser, y con una foto… Con un artículo de la canasta, que no les diré cuál fue, ¡pero seguramente han usado!
¿Qué pasó después?
Gabriel Iglesias vive para el escenario. Por elección propia no se mete en temas controversiales (políticos, pues), pero de vez en cuando se acerca a ese límite. Su comedia es blanca, salpicada por alguna mala palabra de vez en cuando, pero no significa que no haga reír, y mucho menos que no te haga reflexionar: sobre el mundo, sobre la familia, sobre los amigos. Es un verdadero conocedor de su arte, además de que incorpora, como mencionamos anteriormente, imitaciones, voces, efectos de sonido y bailes a su show.
Un año después de este especial, apareció en la aclamada caricatura de Pixar, Coco, como el burócrata del Mundo de los Muertos. Del show que habló durante el especial, tuvo que esperar hasta el 2019 para que Mr. Iglesias saliera a la luz, en donde él se interpreta a sí mismo, pero si en vez de comediante, fuera un maestro de historia en preparatoria. La serie fue renovada para una segunda temporada, dividida en dos partes, y además de un elenco con celebridades, ha tenido a varios invitados, destacando entre ellos a Franco Escamilla.
A mediados del mismo año, pudimos ver el hasta ahora último especial, One Show Fits All. Miren, sé que podemos argumentar que hay mejores cómicos que Gabriel, y mejores especiales, pero lo que logra Fluffy en su último especial es impresionante. Desafortunadamente, por el tema de la pandemia, 2020 fue un año donde no pudo estar activo, pero ya anunció su gira para este año, ahora que está vacunado. Sé que procuro no hablar del futuro si hay un especial antes, pero tengo que admitir que quiero ver lo nuevo que traiga Iglesias, ya sea que tenga hambre o no, no tiene que disculparse: ¡lo perdonaremos, y todavía más, lo disfrutaremos!
Frases Memorables de I’m Sorry For What I Said When I Was Hungry (en orden cronológico)
1.- “Hay ruedas debajo de ese restaurante”. Bueno, a veces no tenemos un permiso, ¿ok?
2.- “(A Green Lantern) El anillo le da poder”. Eso es una fantasía, no conozco a ningún hombre con anillo que tenga poder.
3.- Siete centímetros de papel. No puedes hacer nada con siete centímetros, ¡pregúntale a una mujer! O a un hombre, igualdad de oportunidades.
4.- “Esa toalla está sucia”. Si tu toalla está sucia, entonces eres muy malo para bañarte.
5.- (En Alabama) Saqué una caja de crayones, todos eran cafés, excepto un blanco. Le pregunté al señor, “¿Qué diablos significa esto?”, y me respondió “Bienvenido a mi mundo”.