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Himself, de Bill Cosby (1983)

Temas: Fin de semana, drogas, alcoholismo, dentista, hijos, parto natural, recién nacidos, hermanos, niños en aviones, votos matrimoniales, cenas familiares, abuelos.

Disponible: Amazon.

¿Qué significa para mí este especial?

Yo sé, tú sabes y creo que todos lo sabemos. Lo que hizo William Henry Cosby Jr. fue un crimen, una bajeza y, a falta de mejor palabra, una mariconada. Y no lo hizo una vez, lo hizo en múltiples ocasiones; fueron más de 60 acusaciones las que se le acumularon en el 2015, por décadas de abuso sexual con el uso de diferentes drogas. Estuvo en prisión tres años, aproximadamente, hasta que hace unos meses la Suprema Corte de Pennsylvania revocó la condena por esas cosas burocráticas que hacen que cada vez perdamos más la confianza en las instituciones, y que sirven para entender porque sus víctimas no demandaron inmediatamente (hecho que hizo más difícil el caso, ya que muchas de las acusaciones no procedieron por el Estatuto de Limitaciones; o sea, había pasado demasiado tiempo entre el supuesto crimen y la demanda).

Pero, al separar al hombre del artista, te encuentras con que Bill Cosby era un gran comediante, de los pocos que lograron éxito en la pantalla chica, en el cine, y en los escenarios. Hace más de 13 años, en un viaje de trabajo, en el que una gran amiga que trabajaba en el corporativo me invitó a comer a su casa después de la capacitación, vimos Himself a manera de sobremesa. Para ese entonces, más allá de Polo Polo, no tenía idea de lo que estaba viendo. O sea, conocía a Bill, pero no lo había visto solo, en un escenario, hablando temas de adultos (alguna vez habré visto su show en Azteca 7). Me sorprendió que soltara alguna que otra mala palabra, pero era mínimas. Su ingenio, sus gestos, sus voces, eran sus principales herramientas. ¿Crees que te aburrirás con este especial de lanzado hace casi 40 años? Prepárate, que viene lo bueno (de la comedia… De Cosby, no le aceptes nada, ¡especialmente bebidas!).

El Especial

Himself empieza con un montaje de fotografías a blanco y negro de (asumo) los hijos de Bill Cosby. para después verlo merodear el escenario mientras le aplauden y lo vitorean, hasta que decide tomar asiento. Él se sorprende por el entusiasmo del público, al ser apenas jueves; Bill opina que es una actitud más de fin de semana. Un misterio que él no logra comprender, ya que muchos adultos utilizan (o utilizábamos, dependiendo de la edad) el fin de semana para tener malas noches y consumir cosas poco saludables, que hacen que los lunes lleguen a su trabajo como hordas de The Walking Dead. Cosby cree que las drogas son las culpables, y no entiende qué le ve la gente: ¿será la tos, la paranoia, la risa incontrolable, o simplemente mostrarle al mundo lo “tonto” que puedes llegar a ser? Algo parecido con el alcohol, otra sustancia que tu cuerpo no necesita, y no acepta fácilmente, pero que además, te cambia la manera de caminar. No importa si es bourbon, gin, vodka, vino o cerveza; la realidad es que no caminas igual después de un consumo excesivo de alguna de estas bebidas (sobre todo si las mezclas, ¡nunca lo hagan!), Bill Cosby imita y explica cada uno de estos caminares. Lo peor es cuando tomas mucho, pero de verdad, mucho; al principio, los viajes al baño son sólo para vaciar la vejiga; pero, si se mantienen así, seguramente se pondrán más “personales” con el inodoro. ¿Y esa es la recompensa que quieren por todo su trabajo durante la semana?

Es momento de hablar de los dentistas, uno de los especialistas de la salud más temidos por chicos y grandes, por igual. Y eso que hoy en día se han vuelto un poco más amigables, pero para la época en que salió este especial, ¡eran una pesadilla! De entrada, las inyecciones en la boca, que son una experiencia muy dolorosa, física y mentalmente. En el caso particular de Bill, no solamente es la molestia sufrida, sino que además, ¡su dentista se pone a platicar con él! Lo más sorprendente es que éste le entiende, tomando en cuenta que no es el momento en que Cosby se puede expresar más claramente. La comunicación se complica una vez que la anestesia empieza a surgir efecto, y es cuando viene lo peor de la consulta: el taladro. Las sonidos que escucha, las cosas que ve, ¡y no le puede decir nada al dentista! Eso sí, él ya descubrió algo: Por más “perfectos” que quieran parecer, los dentistas también cometen errores, pero para no verse expuestos, te dan una instrucción muy simple, pero imposible de hacer en ese momento: “enjuague”. Entre los nervios y la anestesia, tu boca tiene una gotera, y te frustras tanto, que se te olvida el dolor que te produjo el taladro. Para terminar esta tortura, ahora tiene que escupir, pero con todo lo anterior que ya tiene, su saliva lo deja en un ridículo social del que muy difícilmente se puede librar.

Ahora, a ponerse serios: Bill Cosby habla de él y de su esposa, de cómo sus hijos les han cambiado la vida. Ambos universitarios graduados, con estudios en psicología infantil, así que, no se atrevieron a pedirle mucho a Dios; como todos padres primerizos, lo único que quieren es que el bebé esté sano. Así que, la pareja de intelectuales estudió el parto natural, el cuál veían como algo sencillo, “natural”. Vaya, hasta en los países menos desarrollados lo hacen, ¿no? Así que, ¿cuál puede ser la complicación? Bill y su esposa empiezan a ir a clases (de parto natural), y le enseña a las madres a respirar (sí, leyó usted bien), y a los padres a gritar “¡puja!” durante todo el proceso. Este protocolo es necesario porque, al ser un parto natural, no tendrán anestesia, y eso es algo algo a lo que, generalmente, las madres dicen “sí, está bien”, pero a la hora de la verdad, los planes cambian. Así que, después de nueve meses, cuando su esposa lo llamó a gritos, Cosby supo que era hora. Respiraron, se subieron a su carro, siguieron respirando, él aceleró para que no diera a luz en el automóvil (oigan, era un Ferrari), respiraron todavía más, hasta que llegaron al hospital. Los enfermeros llevaron a la señora Cosby en silla de ruedas, y empezó el parto. ¿Recuerdan lo de “respirar y pujar”? Al segundo dolor, que Bill Cosby lo describe con una frase de Carol Burnett, su esposa se olvidó de todo eso, ¡pidió anestesia, y empezó a regañar a su esposo!

Afortunadamente, todo salió bien, y nace su hija. Un bello e inolvidable momento, pero que a Bill le está costando trabajo disfrutar. Porque los recién nacidos, literalmente cuando acaban de salir, no son un espectáculo visual. A pesar de sus esfuerzos, la nueva familia se fue a casa, y empezaron las visitas de los abuelos. Su madre, especialmente, estaba muy contenta. Pero Cosby descubrió que no era necesariamente por la nieta, sino por la “maldición”; ya saben, esa que todas las mamás echan en sus hijos: “¡Ojalá tus hijos sean idénticos a ti!”. Cuando te lo dicen de niño, no lo entiendes; pero cuando te toca ser padre, ¡es momento de sufrir! Para empezar, recordemos que Bill Cosby tuvo una hija de primero, y él quería un varón (eran los 60s), porque quería que fuera deportista, como él, para irle enseñando poco a poco a jugar futbol… Aunque el crédito (o los saludos, más bien) se lo llevara la mamá. Pero va, tuvieron a su hija, y es hermoso, como padre, cuando llegas a casa con un hijo o hija. Todo es nuevo, todo te emociona, ¡hasta la popo de la bebé! Para Bill y su esposa, era lo máximo: hasta se avisaban para ver la popo que había hecho. Pero, eventualmente, la popo pierde su gracia, y lo “divertido” que era el bebé al principio, de pronto los papás se dan cuenta que es una responsabilidad 24/7. Eso sí, la familia Cosby eventualmente tuvo un varón (Ennis, asesinado en 1997), y es dónde Bill Cosby aprendió a valorar a las niñas. Como padre de una hija (y con una más en camino), puedo decir que sí, es normal que el papá quiera un niño, ¡pero vivan las niñas!

Eso sí, no importa si son niños o niñas: a la hora de pelear, ¡son todos contra todos! Lo peor es que, como padre, Cosby intenta resolverlo, y acaba molesto, haciendo voces y caras desagradables… Las mismas que veía en los rostros de sus padres cuando él era niño. Sus padres, ahora abuelos, disfrutan la función; ya están “del otro lado”, ya no tienen que repetir miles de veces la misma instrucción. Y no, no solamente pasa con sus niños: recuerda una ocasión, durante un vuelo, que una señora muy atractiva, bien vestida y peinada viajó con su hijo, un pequeño de cuatro años, que durante todo el trayecto, no paraba de deambular por el avión, saludando a todos los pasajeros, pateando, golpeando y gritando a cada rato. Sobra decir que nadie pudo descansar durante el viaje, hasta los minutos finales, que Jeffrey, el mozalbete en cuestión, decidió que era buen momento para descansar. Es un niño, lo entiendes; cuando caen rendidos, no se preocupan por la hora ni por el lugar, simplemente sucumben y listo. Pero un adulto, sabe que no tiene caso dormirse si ya estás pronto a aterrizar. Pero, con tal de que el diablillo no se fuera “invicto”, los pasajeros decidieron “despedirse” de Jeffrey al bajar, ¡despertando al niño con cada despedida! Y sí, tal vez castigaban un poco al chiquito, pero la que ya no podía ni con su alma era la mamá, con un aspecto bastante diferente del que tenía al abordar.

Hay gente que dice que los niños nunca dicen mentiras. ¡Bill Cosby se ríe de semejante frase! Para esto, nos cuenta de la vez que su esposa le pidió que preparara el desayuno de sus hijos. Bill no estaba acostumbrado a esto: no sabía qué iban a querer los niños, no sabía dónde estaban las cosas para cocinar, pero esto no le importaba a su esposa. Después de un intercambio nada amistoso, Cosby bajó, de mal humor, y empezó a preparar las cosas para el desayuno. De repente, su hija de cuatro años bajó, y (primer error) él le preguntó qué quería para desayunar, a lo que ella le respondió “pastel de chocolate”. No lo dijo nada más porque sí: ella ya había visto que había ese pastel. No es bueno desayunar pastel, pero él hizo un breve análisis: el pastel tiene huevos, leche y trigo, ¡es saludable! Partió una rebanada, le sirvió un vaso de jugo de uva a la niña (ante la molestia de una persona del público), y listo. Cuando bajaron sus demás hijos, repitió el proceso. Ahí estaban los niños, celebrando a su papá, hasta que bajó su esposa, totalmente molesta. Y cuando ella les preguntó porque estaban desayunando pastel de chocolate, Bill Cosby respondió “es lo que pidieron”, y esperaría que los niños lo respaldaran. ¡Nada más alejado de la verdad! Lo traicionaron enseguida, dejándolo a merced de su mamá. Así que, a menos que les esté doliendo algo, hay que ser más cuidadoso cuando queramos creerle a un niño.

Después de algunas historias más acerca de sus hijos, Bill empieza a hablar de los votos matrimoniales, de cómo cada quien escucha lo que le conviene. El hombre recuerda “proteger” y “hasta que la muerte nos separe”; la mujer, en cambio, está más pendiente de “obedecer”, porque es lo que quieren (es otra época, recordemos): ser obedecidas. Ojo: Cosby no lo dice de manera celosa, él no desea para nada esa responsabilidad. Por ejemplo, en las cenas familiares, siempre pasa lo mismo: mamá y papá sentados en los extremos, y los hijos comiendo su cena, mientras escuchan música. Al terminar, les dan las mismas instrucciones: suban a sus cuartos, báñense (con un poco más de detalle, para que no haya “pretextos”), y a dormir. Parece muy sencillo, ¿no? Los problemas empiezan desde las escaleras, y desde abajo se pueden escuchar los pleitos y las discusiones de los niños. Bill Cosby estaba un poco más optimista, pero su esposa ya empieza a amenazar con subir. De repente, llega una de sus hijas, la “acusona”, para, obviamente, acusar a su hijo. Los que fuimos niños en los ochentas sabemos que los papás no se mueven por algo así, solamente tiran un “dile que yo dije que deje de fastidiar”. Parecería que los niños van a entender, ¡pero no! Necesitan algo más que palabras. Así que, cuando bajan todos, acusándose y fastidiándose entre sí, empieza la repartición de golpes (otra época, recuerden), ¡y no hay quién se salve! Los más jóvenes pensarán “bueno, pero eso habrá pasado una vez, y los niños aprendieron la lección”. Ternuritas.

Todo eso divierte mucho a los papás de Bill, que ahora ven los aprietos en que está metido su hijo. Recordemos, ellos ya son abuelos, su obligación es consentir a sus nietos. Y, lo digo por experiencia propia, no hay nada más desconcertante que ver a tus papás convertidos en abuelos. Es como ver una escena de “Fragmentado”, pero con gente que conoces. Cosby ve a su papá repartiendo dinero entre sus nietos, por el puro placer de hacerlo, porque son sus nietos. Con sus hijos, en cambio, ¡siempre había un sermón detrás de cada pedido! Y las historias de los papás, de los sufrimientos que tuvieron en su infancia, nunca son alegres, y te dejan con remordimiento. Son historias desgarradoras, en todo momento, para todo lo que tuvieran que hacer, ¡y todo lo hacían de buena gana! Algo similar con la abuela, que los besa y los consiente, ¡ah! Pero cuando era madre, no soportaba el cuarto de su hijo. Siempre lo quería limpio, en todo momento; apenas hubiera algo fuera de lugar, era regaño. El problema con los regaños es que, después de cierto tiempo, se vuelven repetitivos, pero aún así, ¡no se te vaya a ocurrir intentar “adelantarte”! Bill Cosby lo hizo una vez, y no terminó nada bien… Al menos, no se acuerda. Eso sí, hay diferencias entre mamá y papá; principalmente, “gaseosas”. Para muestra, ¡chequen al final el juego favorito del papá de Bill!

¿Qué pasó después?

Los ochentas fueron la década que consagraron (¿todavía más?) a Cosby. Poco después de Himself, se estrenó The Cosby Show, con el que se ganó el apodo de “El Papá de Norteamérica”; también apareció en diversas películas, tanto para cine como para televisión. Sacó un especial de Stand Up más, 49, que no he visto. El que sí vi fue su último trabajo, Far From Finished, donde se le ve en muy mala forma, sentado prácticamente todo el tiempo, pero con las risas constante, demostrando que su habilidad mental se encontraba intacta. Si “sobrevivo” a esta reseña, haremos la de su último especial más adelante.

“Aquí la haces, aquí la pagas” no aplica para todos los casos, pero, afortunadamente para las víctimas de William Henry Cosby Jr., sí hubo algo de justicia. Y digo “algo”, porque tres años de condena, con diferentes arreglos por la edad y por ceguera que padece desde el 2015, no parecen ser suficientes para todos los crímenes que cometió. Creo que es justo decir que Bill Cosby, el comediante, para todos nosotros, “murió” en el 2014, cuando Hannibal Buress hizo esa rutina que desencadenó en la demanda, juicio y encarcelamiento. El que queda en este mundo, William, es solamente un viejito sufriendo las consecuencias de sus actos. Él mismo se erigió, él mismo se destruyó.

Frases Memorables de Himself (en orden cronológico)

1.- (De la cocaína) – Intensifica tu personalidad. – Ok, pero, ¿y si eres un pendejo?

2.- Yo me gradué de la Universidad de Temple en Educación Física con especialidad en psicología, así que si me preguntas sobre comportamiento infantil, te diré que el niño debe de dar una vuelta.

3.- Mis padres sonríen ahora, cuando vienen a la casa, y ven todos los problemas que estoy teniendo (con los hijos y/o hijas).

4.- Los padres no están interesados en justicia, ¡quieren silencio!

5.- Si algo de la casa se rompe, y sólo tienes un hijo, ¡ya sabes quién fue!

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