El Especial de Alex Fernández, de Alex Fernández (2017)
Temas: Sabadazo, música de banda, reguetón, niños, televisión, comerciales de juguetes, enfermedades, supositorios, antros, DJs, parejas, gimnasio, CDMX, conciertos, tradiciones mexicanas, Viva Aerobus.
Disponible: Netflix.
¿Qué significa para mí este especial?
Para muchos comediantes que buscan hacerse un espacio en el Stand Up, siempre llega un momento en que tienen que decidir entre el “trabajo normal”, ese que paga la renta, el súper y las cuentas, o renunciar a esa estabilidad y volcarse hacia el escenario, y la inestabilidad económica que eso conlleva (salvo muy contadas excepciones). Para varios nos es muy difícil, porque no se sabe si realmente vas a alcanzar el triunfo, o te quedarás en ese limbo. Hace aproximadamente siete años, Alex Fernández tuvo que tomar esa difícil decisión, y vaya que lo logró, con creces. Aunque ya contaba con participaciones en Comedy Central y STANDparados, renunció a su empleo “godín” y se dedicó de tiempo completo a la comedia. Hoy en día podríamos pensar que fue algo fácil, pero seguramente hubo fue algo que tuvo que meditar durante mucho tiempo.
En este primer especial (con esta costumbre que se haría suya de ponerle nombres redundantes a sus proyectos), vemos a el acto de Alex con su privilegiada pluma, y llevado a lo real (y absurdo, en varias ocasiones) con un acting que llega a parecer rutina de teatro. Algo que sorprendió mucho, sin demeritar a sus colegas del momento, fue el escaso uso de palabras altisonantes (algo que con su siguiente especial quiso dejar atrás), demostrando que la comedia no se tiene que centrar en groserías e insultos, sino que, una buena rutina, bien escrita y bien “entregada”, puede causar las risas y los aplausos del respetable sin la necesidad de palabras altisonantes. En dado caso, no seremos nosotros los que censuren el acto de algún comediante, pero fue muy interesante ver el debut de Fernández en una plataforma sin un exceso de “palabras malas” (entre comillas, porque no hay palabras “malas”; hay situaciones que las ameritan).
El Especial
Es tu primer especial en Netflix, quieres que sea memorable, que mucha gente lo vea, ¿qué lugar eliges? Creo que muy pocos dirían Kidzania… Pero no Alex Fernández. ¡Tuvo toda la ciudad para él! Ya que empieza, vámonos con un tema que todos nos hemos preguntado alguna vez: ¿Por qué es tan popular Sabadazo? Aunque Alex lo aborda desde una perspectiva distinta, ya que enumera los motivos que hacen de Sabadazo el éxito qué es, visto y disfrutado por millones por todo el país. ¿No es el mejor contenido? Cuestión de gustos, pero hay algo que lo pone celoso: el público. La gente que va, participa de una manera enérgica, todo el tiempo, ahí están. Y Fernández, desde sus “celos”, organiza al público para que le den una bienvenida al estilo Sabadazo. Así que sale, suena la música, y regresa brincando y bailando, con el público gritando y aplaudiendo. Cuando se detiene la música, Alex saca a relucir que, podemos criticar lo que queramos a la televisora que tiene ese programa, pero lo que queda claro, es que cuando a un mexicano le dicen “¡fiesta!”, ahí estamos todos. Mientras recupera aire, Alex Fernández explica por qué eligió Kidzania para su especial: porque es un lugar de felicidad. Claro, ¡es porque hay niños (tranquilo, padre Maciel; tranquilo)! Y no hay felicidad más honesta y pura que la de los niños. Son tan felices, que hasta piden tener “empleos” que un adulto, bajo circunstancias normales, no estarían dispuestos a realizar.
Pero basta de temas banales: hablemos de música de banda. Cuando Alex pregunta a quién le gusta este género, no muchos alzaron la mano (aunque algunos lo hicieron de manera bastante enérgica). Ante la respuesta, él se pregunta qué tipo de música escucharán cuando toman. Porque tenemos que admitirlo, la música de banda podrá no gustarte, pero después de unos alcoholes, empieza a tener más sentido. De entrada, tienes a los vocalistas, que son capaces de alcanzar y mantener una nota por mucho tiempo… Mucho, mucho tiempo. Y eso es si les entiendes, porque entre la velocidad y la fluidez que tiene, es bastante difícil. Algo contrario al de la tuba, que es importante en el grupo, pero sus partes no destacan mucho. Fernández divide la música de banda en dos tipos, dependiendo del contenido de la canción: las “mamalonas”, que son las de fiesta, y las “romanticonas”. Las “mamalonas”, a final de cuentas, tienen un poco más de sentido, porque son de relajo, de fiesta. Pero las “romanticonas”, entre los integrantes del grupo, su vestimenta, y los pasos de baile, es difícil que logren su propósito. Hay un pequeño detalle que no le encanta a Alex Fernández de la música banda: la misoginia. Tal vez no sea tanta, pero ahí está, disfrazada. Afortunadamente, él ya descubrió esa fórmula, ¡y hace una demostración para que la sepamos identificar!
Pero la música banda no es la única que le llama la atención a Alex: el regueatón también le interesa. Es necesario recordar que, en ese entonces, Gente de Zona estaba de moda, con La Gozadera (que realmente salió en el 2015, pero bueno, fue bastante popular antes de que llegara Despacito). Y a Fernández le sorprende el “feeling” del coro, ese “Miami me lo confirmó”, aunque no le queda muy claro porque hay “arroz con habichuela” en tremenda fiesta. Pero es América Latina, y solamente ahí se puede hacer algo así. Porque en África o en Asia, no quedaría. Y en sólo país, aunque fuera de Latinoamérica, tampoco se podría (Alex Fernández lo demuestra, usando ciudades de México). Continuando con el análisis, ahora pasamos a Pitbull y su canción Como Yo le Doy, con una frase digna de poesía que involucra uno de los ingredientes dulces más populares (Nutella, pues), en una de las situaciones más irreales, y que lo único que consigue es dar ideas bastante bizarras al momento de tener relaciones sexuales. Todavía más dudas le causa el proceso creativo de los cantantes de música flamenco, específicamente, los Gipsy Kings, pero Alex nos logra dar un ejemplo bastante atinado, gracioso, y hasta… ¿Perturbador, tal vez?
Cambiemos de tema. Ahora Fernández nos cuenta de su infancia, lo que era ver televisión siendo un niño. Actualmente, con tantas plataformas, parece normal, pero los adultos de hoy (los niños de los 90s) no teníamos tantas opciones, y hasta con los comerciales nos emocionábamos. Pero seamos honestos, ¡eran unos comerciales muy entretenidos! Te contaban toda una historia en 30 segundos, te mostraban los juguetes, hacían las voces, y terminando, obviamente querías tenerlos. Otra de las cosas que teníamos, y que Fernández disfrutaba, era ir a la papelería, de esas antiguas, de colonia. No a Office Depot, donde todo es aburrido, ya sea algo tan rápido como unas plumas, o tan lento como el centro de copiado. No, él se refiere a esas papelerías de los viejitos retirados de la colonia, que tenían miles de planillas y monografías, y sabían cuáles necesitabas. Y no sólo tenían: también podías encontrar papitas, refrescos, chicles, ¡y regalos! Siempre podías encontrar una sección dónde tenían peluches, carritos y, los favoritos de Alex: el helado de broma (de limón y uva, si mal no recuerdo), y la mano elástica (que no te duraba más de una semana, y que a lo único que se pegaba era la basura). Pero no todo fue bueno en la infancia de Fernández: las enfermedades eran un sufrimiento (como para cualquiera), sin embargo, para él era todavía peor, por culpa de su mamá: al ser el hijo más chico, su mamá ya no le “sorprendía” nada, y pedía y hacía de todo para que se curara rápido.
Y por supuesto que tenemos que hablar de los supositorios. Alex Fernández se imagina cómo habrá sido la presentación ante la comunidad médica para esta medicina. ¿Por qué eligieron… Ya saben, por “ahí”? Peor de niño, porque, ¿quién te lo pone? Tu mamá, y es una experiencia horrible. Es un antes y un después en la relación materna. Todo esto para comentarnos que fue un niño muy inseguro (¿habrán tenido algo que ver los supositorios?), y por lo tanto, un adolescente muy inseguro también. Le costaba trabajo interactuar con las mujeres, no podía entrar a un antro (aunque la situación económica tampoco le ayudaba). Pero si algo recuerda, de las contadas veces que logró estar en uno, era cuando se abría la pista de baile. Seamos honestos: Cuando son las primeras veces que vas, crees que es lo mejor que has visto en la vida, al nivel de Las Vegas. Conforme vas creciendo, te das cuenta que realmente era de muy mala calidad, pero, ¡ah, cómo prendía el ambiente! En cambio, las nuevas generaciones solamente tienen a un DJ, que, ¿qué hace? (Spoiler: en el público había un DJ, y tampoco lo supo responder) ¿Pone las canciones en cierto orden? ¿Les cambia un poco el ritmo? ¿Mezcla sonidos “modernos” (porque #Señor) con canciones antiguas? Que nos perdonen los DJs, pero no es la misma emoción.
Es momento de hablar de las parejas. A Alex le sorprende que haya gente que pida cosas irracionales en sus parejas, como si fuera una carta a Santa Claus. Para él, todo sería más fácil si fuéramos más realistas, como cuando éramos niños. De pequeños, te emocionabas con un “juguete”, no te importaba cuál fuera. Pero vas creciendo, y te vuelves más exigente, quieres más cosas de tu pareja. Ojo: mientras más cosas “pidas”, menos posibilidades tienes de encontrar a alguien. Así que Fernández recomienda: sé más realista, trabaja en ti. Él, por ejemplo, está empezando a ir al gimnasio por primera vez. A final de cuenta, ser alto te ayuda a verte bien… Cuando estás vestido. La primera vez que fue, pensó que lo iban a fastidiar los instructores, pero no fue así. Lo pusieron a hacer un ejercicio en una bicicleta (los que vayan al gimnasio seguramente sabrán cuál es), lo que le dio tiempo de observar a las demás personas, y pensar en las inseguridades que seguramente tienen. Porque, a final de cuentas, si estás ahí, es porque algo quieres mejorar, algo quieres que sea diferente. El débil quiere dejar de serlo, quiere ser fuerte. El que ya es fuerte, quiere ser más fuerte. Y el que es súper fuerte, quisiera ser… Bueno, algo que ni con ocho horas diarias de gimnasio lo lograría.
Ya para terminar, Alex Fernández habla de su relación de “amor – odio” con la CDMX, su ciudad natal. Y es común que, de donde seas, puedas ver las virtudes y los defectos del lugar; pero cuando viajas, casi siempre sólo ves lo bueno (¿no, solamente yo?). Algo que a él le gusta mucho de ahí: los conciertos. Más que gustarle, le sorprenden. ¿El aforo es de mil personas? Metemos cinco mil. ¿Hay 20,000 lugares? Sin problemas vendemos 60,000 boletos (total, los espectadores “practicamos” cuando vamos en el transporte público). Están todos achocados, conviviendo, pero hay unas personas con una agilidad envidiable: los vendedores de comidas y bebidas. Ellos se van paseando, sin mayor complicación: anuncian sus productos, caminan, toman pedidos, los entregan, cobran, dan cambio. ¡Es un show dentro del show! No importa la distancia, ellos ahí están, al menor llamado que se les haga. Saliendo del concierto, te encuentras a los vendedores de artículos, parafraseando a Jeff Winger en Community, “menores que los originales”. Ellos saben que no atienden a pocas personas, por eso, recitan continuamente el amplio catálogo de productos que tienen, una y otra vez. Otra de las costumbres que no entiende Alex en la CDMX: los organilleros, esta gente que anda con una caja que toca un canción. Hay personas que los defienden, por ser una “tradición mexicana”, lo cual no le agrada, porque para él, si hay que hablar de tradiciones mexicanas, hay que hablar de los voladores de Papantla, con todas las vueltas que dan, a la altura que lo hacen, sin temor (ni respaldo) alguno. Y los organilleros, ¿qué? Solamente hacen más ruido, del que ya de por sí hay. Ya para terminar, Fernández nos relata de un vuelo que hizo por Viva Aerobus (afortunada -y extraña- mente, sin incidentes), donde nos hace un breve recuento de todo lo que le desagrada de las aerolíneas económicas (¿quién “disfruta” comprando un sandwich de Viva Aerobus a $100?).
¿Qué pasó después?
Como lo mayoría de los comediantes, Alex Fernández no surgió “de la noche a la mañana”. Estuvo años haciendo comedia, y contenido (Deportología, lo más destacado), pero El Especial lo ayudó a alcanzar nuevas audiencias. Fue una lástima que Deportología no pudiera continuar, ahora tenemos que ver los deportes con un poco menos de risa. Pero, contrario a otros comediantes, ha sabido equilibrar el Stand Up junto con la creación de su contenido: en su canal podemos ver El Podcast de Alex Fernández (tiene un tino fenomenal para los nombres redundantes), con una gran cantidad de invitados muy variados, que dan pie a pláticas muy interesantes.
En el 2019 lanzó Desde el Galerías, un especial corto, de cierta manera, que apenas rebasa los 30 minutos, y en algún momento le haremos su reseña. Pero a inicios del 2020, con muy poca distancia con el Desde el Galerías, salió El Mejor Comediante del Mundo, donde Alex cambia su manera de hacer comedia, y nos entrega un especial muy emotivo (que, está de más decirlo, también lo verán aquí, en su blog de confianza). Actualmente se encuentra haciendo teatro, y esperemos que esta experiencia enriquezca su comedia, para que, en su próximo (y esperemos no muy lejano) especial, Alex Fernández vuelva a sorprender, ¿a quién más? Al público de Alex Fernández.
Frases Memorables de El Especial de Alex Fernández (en orden cronológico)
1.- (De la gente que no escucha música de banda) Fuchi la banda. Yo lo que hago, es que me compro mis dos caguamas, y me pongo a escuchar a Beethoven.
2.- (De las cumbias) “El licenciado Rodolfo Campa goza… ” A mí no me engañan. Ahí no hay ningún licenciado. Ahora resulta que son “Ramón Ayala y sus siete titulados”.
3.- Es un lugar como para el retiro: en lugar de Mérida, te vas a Office Depot.
4.- (Del supositorio) ¡No, mamá! Una cosa es el brócoli, ¡pero esto es demasiado!
5.- El otro día estaba platicando con una amiga que me estaba describiendo a su pareja perfecta. No sé si ustedes han hecho esto: “Uy, vamos a describir algo que no existe”.